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La elección más importante

Martes 09 de Noviembre, 2021

 
Una aproximación a la formación ciudadana desde el Modelo de Escuela Católica

“Esta es la elección más importante del último tiempo”, una frase que a pocos días de las elecciones de noviembre se pronuncia con frecuencia y énfasis por diversas candidaturas, independientemente de sus visiones políticas. Una frase llena de sentido y relevancia, pues además de las elecciones presidenciales deberemos elegir senadores, diputadas o diputados, junto a consejeros regionales, todo ello en medio de un proceso constituyente que nos desafía a repensar nuestras formas de vinculación y participación ciudadana.

Más allá de la realidad o estrategia tras la frase, este periodo electoral nos permite reflexionar sobre la manera en cómo visualizamos la política, sus instituciones, normativas y procesos, pero también como experimentamos lo político, es decir, las complejas relaciones humanas con sus divergencias y puntos de encuentro que dan lugar a formulaciones de “amigo/enemigo” o “adversarios” (Mouffe, 2007), las cuales muchas veces se hallan en el terreno de valores compartidos, la opinión que todos podemos desarrollar o las diferentes prácticas (Diaz, 2003)

Para el mundo católico, que esta dimensión relacional de la política adquiera mayor relevancia no debería llamar la atención, o al menos, no ser una novedad, pues parte fundamental del Evangelio se centra en el encuentro con el otro, el prójimo (Fratelli Tutti n°57 y n°80). Más aún, que la solidaridad, la dignidad de la persona o la finalidad del bien común sean parte importante del debate actual en el marco del proceso constituyente, tampoco debiese ser un elemento nuevo, toda vez que la Iglesia desde la Enseñanza Social ha puesto su preocupación por el desarrollo integral de las personas, invitando a reflexionar y actuar constantemente sobre la misma con miras hacia la plenitud de la humanidad (Martínez, 2017).

La emergencia de los independiente y la extensión de los cabildos barriales, entre otros fenómenos parecidos, dan cuenta de una renovada consciencia que se ha adquirido transversalmente en la sociedad chilena (y que sigue gestándose) de relevar aspectos y valores como los ya mencionados, tanto en las interacciones diarias como en los modos de comprender los nuevos desafíos de la sociedad, reordenando las prioridades de esta. Lo anterior, es también un reflejo de las nuevas formas de vivir las relaciones políticas en donde hemos transitado desde espacios institucionalizados y concretos (como las elecciones) a prácticas cotidianas y “pequeñas”, menos institucionalizadas, más permeables y procedimentales que dan cuenta de un cambio fundamental en la manera de ejercer la ciudadanía.

Y es que, para hablar de política, se requiere ir más allá de las dimensiones de la política y lo político, esencialmente es hablar de las personas que viven, ejercen y transitan ambas dimensiones, las ciudadanas y ciudadanos. No obstante, la cualidad y categoría de ciudadanía no es automática ni espontánea, implica un proceso continuo de transmisión de conocimientos, valores y prácticas que se educan, promueven y ejercitan. Ahí es donde adquiere fuerza la noción de “formación ciudadana” como proceso para una mejor articulación social, con una mayor inclusión en la vivencia de derechos, una formación hacia el reconocimiento integral de las personas, consagrado en la Ley General de Educación (Ley 20.370 art. 2), y también en las propuestas educativas y sociales de la Iglesia (Populorum progressio n°6).

Todo lo anterior implica una opción por pasar de la educación cívica, como mera transmisión de conocimientos funcionales, a la promoción de valores, habilidades y actitudes tal como lo articulan las visiones actuales de formación ciudadana (Mineduc, 2016), potenciando la vivencia de la dimensión relacional junto con la comprensión de la dimensión procedimental- institucional, entendiendo estos como mínimos para el pleno desarrollo de la dignidad de la persona, que es previa a la ciudadanía e inalienable a la persona misma (Centesimus Annus n° 34). 

En este escenario la educación católica aborda con creces los mínimos de la formación integral, con menores o mayores tensiones y diálogos con la cultura durante la historia, pero siempre acompañando e invitando a dar un real sentido humanizador a toda acción educativa. Como ejemplo de esto, el Modelo para la Escuela Católica de la Vicaría para la Educación de Santiago asume el desafío de proponer orientaciones para el desarrollo de la identidad educativa católica, valorando la diversidad de experiencias educativas.

En esta reflexión se destacan dos principios contenidos en el documento: el de corresponsabilidad, como forma de promover el encuentro, trabajo colaborativo y el diálogo en un proceso educativo permanente en la formación; y el de profesionalismo y vocación, que nos invita a vivir testimonialmente cada función dentro de la comunidad educativa con un sentido claro, el de la plenitud humana, sabiendo que “todos educamos y siempre educamos”. Ambos principios permiten articular los desafíos de la educación junto a las vivencias ciudadanas y dimensiones antes expuestas. 

La corresponsabilidad favorece la construcción de una comunidad democrática. Permite, para el caso de la ciudadanía y por consiguiente la formación ciudadana, visualizar más allá de la alfabetización cívica - la ciudadanía como una titularidad y membresía a alcanzar y ejercer - articulando las diferentes dimensiones curriculares de la educación ciudadana (Mineduc, 2019). Esto es posible mediante una participación activa de los educadores -en un sentido amplio-, que propicien el diálogo permanente, valoren y respeten la diferencia al tiempo de promover la inclusión en una formación integral que comprenda, transforme y enriquezca el mundo desde los valores del Evangelio (VED 2020).

Por su parte, el principio de profesionalismo y vocación posibilita articular la formación ciudadana con excelencia, tanto en lo académico como en el desarrollo de los distintos aspectos de los estudiantes, reforzando la integralidad e inclusión en tanto personas y ciudadanos mediante el testimonio como forma de compartir el Evangelio y el encuentro con Jesucristo. Sin afán proselitista, sino con una identidad clara y concreta inspirada en la pedagogía de Jesús, que potencia la vinculación con la sociedad en que las y los estudiantes están inmersos, para que sean agentes transformadores y de humanización. 

Si bien el proceso formativo desde el Modelo de Escuela Católica tiene un evidente sentido confesional, también se explicita la educación católica como un camino pedagógico en el cual sean ciertos valores basados en el Evangelio los que fomenten la universalidad en la comunidad escolar, siendo un espacio para crecer en diálogo desde la diversidad. 

Dos miradas interdependientes que adquieren su fortaleza en un aspecto clave como lo es Proyecto Educativo Institucional de cada establecimiento, donde el sello católico se impregna en lo paradigmático y en lo programático. El primero desde una formación integral que reconoce las diferentes dimensiones relacionales de la persona - autodescubrimiento, vinculación con la comunidad, compromiso con el entorno y desarrollo espiritual - con un sentido humanizador abierto a la trascendencia. El segundo, considera las diversas realidades y características de los integrantes de la comunidad educativa para adecuar las bases curriculares, sus objetivos y conocimientos, en el proceso formativo de los estudiantes y posibilitar así el desarrollo pleno de los mismos. Se trata entonces de crear puentes, ampliar libertades y abrir oportunidades para cada persona, por sobre confrontaciones y divergencias centradas en la negación del otro.

Luego, hay dos elementos prácticos expresados en el Modelo de Escuela Católica que posibilitan dar relevancia a la formación ciudadana desde la cosmovisión católica: la pedagogía de Jesús y el discernimiento cristiano. Lo primero, como una forma de trascender a la dinámica de “adversarios” en la dimensión relacional de lo político, proponiendo disposiciones y actitudes concretas para incluir y compartir con el prójimo, que a su vez repercuten en disposiciones y actitudes profundamente democráticas. A modo de ejemplo, el rasgo experiencial, habla del involucramiento y la reciprocidad en el proceso educativo, en base a una experiencia significativa de encuentro, llevado a la formación ciudadana, nos permite expresar que ninguna actitud o valor se aprende e integra efectivamente si no es realmente vivido. 

En el caso del discernimiento cristiano, algo transversal a muchos espacios de formación relacionados a la educación y formación católica, el documento nos presenta cómo, este “instrumento”, puede ser aprendido por cualquier persona, independientemente de su experiencia y confesionalidad religiosa, que oriente mirar la realidad con los ojos de Jesús, para ser agente de paz y promotor de la justicia, dos actitudes fundamentales a promover para la adecuada participación ciudadana del siglo XX. 

En definitiva, no se trata de ver qué elementos concretos de los planes de formación ciudadana pueden ser adecuados a un modelo de escuela católica o indagar qué similitudes existen entre ambos, si no la de propiciar y formar una ciudadanía inspirada en el Evangelio, que responda adecuadamente a las necesidades actuales y futuras, que oriente la educación desde la integralidad de dimensiones hacia la verdadera plenitud de las personas, pero por sobre todo que sea testimonio de encuentro con Jesucristo, como una opción libre, como la elección más importante. 

Ginés Francisco Alvarado
Profesional del Área de Incidencia y Estudios
Vicaría para la Educación

Arzobispado de Santiago



Referencias

Díaz, Á. (2003) Una discreta diferenciación entre la política y lo político y su incidencia sobre la educación en cuanto a la socialización política. Reflexión Política 5(9)
Francisco (2020) Carta Encíclica Fratelli Tutti. Ciudad del Vaticano
Juan Pablo II (1991) Carta Encíclica Centesimus Annus. Ciudad del Vaticano

Martínez, (2017) Aportes del Magisterio Pontificio a la ética del desarrollo coincidentes con el planteamiento político de Martha Nussbaum. Teología y Vida, 58(2). Pp 167-185
MINEDUC (2016) Orientaciones curriculares para el desarrollo del plan de formación ciudadana. Ministerio de Educación, Chile.
MINEDUC (2019) Bases curriculares 3ro y 4to medio. Ministerio de Educación, Chile.
Mouffe, C (2007) En torno a lo político. Buenos Aires. FCE
Pablo VI (1967) Carta Encíclica Populorum progressio. Ciudad del Vaticano



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