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A partir del 15 de mayo, Santiago entra en una gran e inédita cuarentena total. Se dice que es para cuidarnos y no colapsar el sistema de salud, pero en el fondo se trata de sobrevivir a esta pandemia y sus consecuencias, lo cual nos genera miedo e incertidumbre. Entramos en una noche oscura, donde la fe nos interpela para ser chispa, luz y hoguera para el mundo.

Creemos que especialmente los jóvenes han sido llamados, en todas las épocas, a ser esta luz para trazar los nuevos caminos de la humanidad. Y en nuestra misión de acompañamiento al mundo de la educación superior, hemos constatado que esta luz se ha visto amenzada por las tempestades de la crisis social, la pandemia, la pobreza y el agobio. Todos estos factores, sumados al alto costo de los aranceles, problemas de conectividad, crisis existenciales y, en muchos casos la falta de apoyo familiar, hacen que los jóvenes estén exigidos a rendir, lo que hemos llamado: la carrera más difícil del mundo. Carrera en la que muchos señalan que no están aprendiendo lo que deberían. 

Junto con valorar los esfuerzos desplegados, nos parece urgente insistir para que autoridades y casas de estudio empaticen más con esta realidad, flexibilizando exigencias académicas y brindando un apoyo integral, especialmente a quienes viven en contextos de mayor vulnerabilidad. Creemos profundamente que en la experiencia de cada estudiante no sólo palpita un sueño vocacional o un deseo legítimo de salir adelante, también hay una oportunidad preciosa para desarrollarnos humanamente como sociedad. 

Toda educación es fruto y expresión de una corresponsabilidad ética e intergeneracional. Por eso es importante invitar también a los propios estudiantes para que, independiente de sus condiciones y cirscunstancias, tomen consciencia de esta noche oscura que nos acecha a todos y redescubran esa chispa que los sitúa en esta historia como actores de cambio. El horizonte que se perfila para nuestra sociedad es crítico; necesita nuevos talentos y nuevos compromisos que sepan aprender de las dificultades, reparar lo dañado y mejorar nuestra convivencia. En medio de tanta precariedad e incertidumbre, hay una hermosa certeza que no podemos olvidar: todos podemos ser luz en todas partes.

Carolina Farfán
Directora Ejecutiva
Fundación Puente

Alberto Vásquez
Director del Área de Pastoral Educativa
Vicaría para la Educación