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Este lunes 13 de mayo, la Iglesia nos recuerda y nos invita a poner frente a nuestros ojos y nuestro corazón, la aparición de la Virgen de Fátima en Portugal, a principio del siglo XX a tres niños pastores.

A veces creemos que el cimiento de la fe implica que solamente personas con muchos años de madurez cristiana pueden llegar a alcanzar profundos niveles de intimidad con el Señor y tenemos que recordar que hoy, esos tres niños son considerados santos en nuestra iglesia como signo también de una profunda vida de encuentro con Dios. ¿Cuántos niños y niñas, especialmente de tierna edad, en nuestras comunidades educativas, ya viven una experiencia profunda de Dios desde el encuentro con Él en la Eucaristía, en La Palabra, en la reflexión de la oración, en la liturgia diaria especialmente en el momento de oración en cada clase?.

¿Cómo no agradecer y valorar a esos miles y miles de niños, niñas y adolescentes que con tanta inocencia ponen sus dolores, sus alegrías y sus esperanzas en las manos de Dios y de la Virgen María?. Por eso hoy, pedimos a laVirgen María, en la advocación de Fátima, que sea para cada una de nuestras comunidades educativas y sus familias un amparo seguro para poder llegar a Jesús, para poder demostrar que una vida profundamente cristiana y marcada por la presencia de María, puede llevarnos también construir familias que al modo de la Virgen quieran  también amar y servir a todos.

Pbro. Andrés Moro Vargas

Vicario para la Educación

Arzobispado de Santiago