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Estamos empezando el Tiempo de Adviento, tiempo que en latin significa advenimiento, avvenire, llegada. ¿A quién queremos preparar la llegada en el corazón?, a Jesús, que un año más, se nos hace presente a través del regalo de la Navidad que celebramos con alegría y con fe profunda el 25 de diciembre y ya habremos adelantado en la misa de nochebuena del 24.

Tiempo marcado por nuestra corona de adviento y por sus cuatro velas que una a una, van iluminando los cuatro domingos que preparan el nacimiento y también una oportunidad de, con cariño y alegría, poner fin al año escolar, un año largo, un año intenso, seguramente, para muchos, pero también lleno de aprendizajes de errores y también de aprendizajes nuevos, de certezas y de la seguridad de saber que estamos haciendo lo correcto cuando Jesús está en el centro, como dice el papa Francisco.

Una comunidad educativa cristiana católica, llega al tiempo de adviento con la certeza de saber que no todo lo hace ella, sino que siempre es Jesús el centro y que lo construye desde el pequeño Nazaret, desde el pequeño Belén y también desde la pequeña tumba y cruz en Jerusalén, todo pequeño no para empequeñecer, sino para engrandecer a los más pequeños y débiles.

Nuestra vida cristiana en este tiempo de adviento realiza el ejercicio de preguntarnos cómo poner en el centro cada día más a este Jesús que nace en Belén y que nace todo los días en nuestros colegios.