Hoy, con ocasión del Día Internacional de la Paz, nos unimos en espíritu a los millones de mujeres, hombres, niños, niñas y jóvenes, que en Chile y en muchos otros lugares alrededor del mundo claman por la paz. Queremos así testimoniar nuestro compromiso con la causa de la paz y nuestra voluntad de vivir en armonía, buscando a través del diálogo y la cooperación caminos comunes para construir una sociedad más justa, solidaria y fraternal.
En ese espíritu, manifestamos nuestra adhesión a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en particular a su reconocimiento de la igualdad en dignidad y derechos de todos los seres humanos –cualquiera sea su origen, sus creencias, su profesión, sexo, edad o condición social–, así como del derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.
Queremos para Chile y para el mundo una paz genuina y duradera, hecha cultura y grabada como anhelo en el corazón de cada ser humano; una paz sólidamente basada en las estructuras de una nueva sociedad, más justa, solidaria y armoniosa que la actual, profundamente respetuosa de los Derechos Humanos y de la Vida en todas sus manifestaciones, en la que compartir sea más importante que competir, y en la que el diálogo y los acuerdos sustituyan a toda forma violenta de enfrentar los conflictos.
Queremos que el Tercer Milenio que estamos iniciando sea más luminoso que el anterior, que conoció guerras terribles, genocidios, colonialismo, intolerancia y persecución religiosa. Queremos para nuestra generación y las generaciones futuras un mundo donde la diversidad de culturas y de creencias sea valorada y respetada, un mundo de hermanos y hermanas reconciliados entre sí y con la Tierra, un mundo donde por fin podamos decir que la paz que gozamos en nuestros corazones, en nuestras familias y comunidades y entre las naciones es en gran medida el fruto del amor hecho convivencia.
Construir esa paz es tarea de todas y todos, es tarea cotidiana. Por eso, nos comprometemos hoy a esforzarnos cada día por cultivar en nuestras familias, en la escuela y en nuestro barrio relaciones de convivencia basadas en el respeto, el espíritu de diálogo y la voluntad de ayudarnos mutuamente.
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