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El fin de semana pasado la Iglesia de Santiago vivió su X Sínodo, en el que muchos jóvenes y adultos, especialmente de comunidades educativas, aportaron para discernir cómo acompañar en la transmisión de la fe y discernimiento vocacional a los jóvenes en los tiempos de hoy. Este Sínodo, preparado durante más de un año, está marcado por las situaciones que la Iglesia está viviendo respecto a los abusos cometidos en su interior, y en esta útimas semanas por la carta que el Santo Padre envió a los obispos de Chile invitando a una profunda conversión.

Las últimas noticias, incluyendo la renuncia de nuestros pastores presentadas al Santo Padre en Roma y otras situaciones de abuso conocidas recientemente, nos llevan a preguntarnos como educar en la fe, la esperanza y el amor, en estos momentos de dificultad.

Reitero lo que la Conferencia Episcopal de Chile ha dicho frente a los abusos en nuestra Iglesia: no hay espacio para los abusadores en cualquier modo: de poder, sexual o de conciencia; pero al mismo tiempo, en estos tiempos oscuros, tenemos que ser capaces de reflexionar con esperanza para construir comunidades abiertas y seguras, donde respetemos a cada hombre y mujer con fuerza y valentía y también nos dediquemos a acompañar especialmente a los que se sienten más desfavorecidos y excluídos.

Todos podemos sentirnos víctimas, pero también hay algunos entre nosotros que han vivido situaciones concretas de abuso que requieren reparación, justicia, reconocimeinto y respeto. Como comunidades educativas aprendamos a vivir con esperanza, mirando para adelante.

Que el Señor nos ayude acompañando y fortaleciendo.