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P. Tomás Scherz: “Si se trata de la calidad, habríamos esperado comenzar por la carrera docente”

Jueves 06 de Noviembre, 2014
“Son tres elementos legítimos y válidos, que son importantes para la calidad, pero no sé si los primeros”, dijo este jueves el Vicario para la Educación sobre el proyecto de ley que pone fin al lucro, el copago y la selección, en el 4º Congreso Nacional de Educación Católica convocado por la FIDE.

Bajo el lema “Por una educación inclusiva y de calidad”, desde ayer en el Instituto Alonso de Ercilla se ha venido desarrollando el encuentro convocado por la Federación de Instituciones de Educación Particular (FIDE), donde el Vicario para la Educación reconoció la necesidad de una reforma educacional, pero cuestionó la planteada por el gobierno por “parcial, técnica, todavía sin una evaluación del hecho educativo propiamente tal”. 

Agregó que “hubiésemos querido que si se trata de la calidad de la educación, se hubiese comenzado por la carrera docente, es decir, que la calidad entre en la sala. Habríamos esperado que se solucione la educación pública; es una crítica en el orden de los proyectos”.

Sin embargo, aludió a la exhortación apostólica Evangelii gaudium para afirmar junto a Francisco que “no hay que obsesionarse demasiado en cuestiones limitadas, siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos”. 

Una pedagogía del amor

En base al documento de trabajo “La inclusión, expresión de nuestra identidad católica”, el P. Tomás Scherz expuso en torno a algunos de los desafíos actuales de la escuela católica. 

En este sentido, y en base al texto “Educar hoy y mañana, una pasión que se renueva”, de la Congregación para la Educación Católica, señaló que “los profesores están llamados a afrontar un gran desafío educativo: el reconocimiento, respeto y valorización de la diversidad. Las diversidades sicológicas, sociales, culturales o religiosas no deben ser escondidas o negadas, más bien deben ser consideradas como oportunidad y don”.

Y concentró su exposición en el ejemplo de Jesucristo. Así, en un texto de San Pedro en una circunstancia en que, llamado por dos forasteros para ir a visitar a Cornelio, un pagano, va sin titubear y dice: “verdaderamente comprendo que Dios no hace excepción de personas, sino que cualquier nación que le teme y practica la justicia le es grato. Él ha enviado su palabra a los hijos de Israel, anunciando la buena nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el Señor de todos” (Hch 10, 34-36). 

“Lo sabemos, la acogida, la cercanía, el reconocimiento del otro, independiente de sus características, de su procedencia, incluso del comportamiento de sus interlocutores, marcaron la forma en que Jesús se relacionó con las personas de su época”, afirmó.

Jesús, continuó, sabía que “se le acuñaba el apodo de comilón y borracho porque andaba con malas juntas. Recorrió Galilea con ignorantes y pescadores que no sabían leer, que no habrían pasado la PSU, se dejó tocar por mujeres de mala fama, se compadeció de locos y poseídos”.

Y agregó que “en Jesucristo, el mismo Dios busca ser incluido en la convivencia humana, precisamente para enseñarnos una pedagogía del Amor. Es Dios el que busca incluirse entre nosotros”.

Por el contrario, si la educación es concebida como la búsqueda de resultados, como un producto, de acuerdo a la tesis de Zygmunt Bauman, “entonces evidentemente que la selección sí tiene sentido, pues para ello uno se puede especializar en las áreas académicas, las deportivas, las sociales y ahí se escoge siempre a los mejores”, apuntó.

Sin embargo, “la selección se vuelve un obstáculo en la educación, cuando la transforman en un resultado extra convivencial, probativo y no en lo que le es propio: extraer lo primordial de cada persona en vista del bien común; educere: un bien donde caben todos y no se excluye a nadie, como el Reino anunciado en las Bienaventuranzas”, sostuvo.

El Padre Scherz se refirió a tres principios de la pedagogía católica, incluidos ya en la declaración Gravissimum Educationis (1965), sobre la educación cristiana: la importancia de la familia como la principal educadora, la importancia de la educación formal en la escuela y la especificidad de la escuela católica. En los tres puntos destacó la esencialidad de lo diverso como eje de lo formativo. “La expresión ‘de diversa índole y condición’, es el a priori en el documento, por el que podemos presumir que la homogeneidad no era una condición inicial para pensar en la educación”, indicó.

La nota distintiva de la calidad en la escuela católica, explicó, es “crear un ambiente de comunidad escolar con el espíritu evangélico de libertad y de caridad”. Y en este punto citó el Evangelio según San Mateo para acotar el tipo de libertad y caridad exigente del mismo Jesús: “Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”.

Finalmente, tuvo palabras para el complejo desafío que representa para la educación incluir a niños con necesidades educativas especiales. En este sentido, llamó a tomar como ejemplo el caso del Liceo Sara Blinder, que acoge a estudiantes con déficit motor y auditivo (NEEP). Allí los dos especialistas contratados funcionaron como traductores, y como resultado hoy más del 75% de las alumnas sabe comunicarse con alguna fluidez con sus compañeras incluidas. “Sí, se necesitan expertos”, señaló, “pero la actitud inicial de premura fue lo que primó”.

Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
www.iglesiadesantiago.cl

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