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P. Tomás Scherz abogó por la enseñanza de una economía con visión humanista

Miércoles 02 de Abril, 2014
Durante el seminario “Por una economía del bien común”, en que expuso el destacado profesor Stefano Zamagni, en el contexto de la celebración de la Pascua del Cardenal Raúl Silva Henríquez, el Vicario para la educación afirmó que “el hombre tiene un valor en sí, no es un medio para la producción”.

“La economía –enseñará constantemente la Iglesia–, ha de estar al servicio del hombre. El principio rector, el motor esencial de la vida económica no puede ser el lucro; su ley suprema no puede ser la libre competencia de la oferta y de la demanda”. La frase es del Cardenal Raúl Silva Henríquez, durante su discurso a los trabajadores del 1 de mayo de 1975, pero hoy cobra fuerza inusitada.

En el marco de la celebración de la Pascua del Cardenal (1999-2014), este martes se llevó a cabo el seminario “Por una economía del bien común: una mirada desde la universidad”, en la casa de estudios que lleva su nombre.

Tras agradecer al profesor Stefano Zamagni, principal conferencista, “su excelente y renovadora exposición”, el Vicario para la Educación, P. Tomás Scherz, apuntó al cierre que la reflexión actual apunta también a la manera de enseñar e investigar dentro de las universidades católicas.

“Esto enriquece el estudio de la economía con una visión verdaderamente humanista y no centrada solo en la eficiencia técnica productiva”, sostuvo. “La original vocación científica universitaria, que implica la universalidad del todo humano, junto al escenario de la sociedad, la trascendencia y la verdad que debe ser buscada, pretende más bien una episteme, la ciencia de la que hablaban los griegos que se distingue de la techne, el arte en el sentido del ingenio técnico. No es que una sea mejor que la otra, pero es la primera la que se hace cargo del todo antropológico del que hablábamos”, explicó.

“Pareciera que en los albores de la ciencia económica, ella ya se había emancipado de la filosofía y de la política, y el qué y cómo producir se transformó en una forma reducida de racionalidad instrumental –dijo el Vicario–, pero la vida buena necesita de una racionalidad que implique esos bienes relacionales como la amistad, el amor, el compromiso civil y la confianza. La disciplina económica, que parece muchas veces un tecnicismo de esta razón instrumental, debe aplicar en su dinámica esta dimensión antropológica. Es un error enseñar en nuestras universidades la antropología como una disciplina aséptica, sin ninguna aplicabilidad”.

Tras ello, realizó una crítica al concepto económico de capital humano. “El hombre tiene un valor en sí, no es un medio para la producción, y esa consideración como hijo de Dios, y que se entiende también en la literatura filosófica desde Kant como un valor que no es transable, nos lleva a entender también una exigencia universitaria: hay que atenerse a buscar la verdad”.

Finalmente, abogó por escuelas económicas “que se atrevan a buscar”, y agregó: “Tenemos la convicción de que la ciencia económica se puede enseñar entendiendo al hombre, incluso con su pecado egoísta, pero también con su reivindicación relacional y agraciada”.

El retorno del bien común

Stefano Zamagni, profesor de economía política de la Universidad de Bolonia y la John Hopkins University, es uno de los principales exponentes de la corriente de pensamiento conocida como economía civil.

El italiano, que fue asesor del primer ministro Romano Prodi y de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, explicó por qué el concepto de bien común ha ido desapareciendo del lenguaje económico y su puesto ha sido ocupado por otros conceptos como bien público, bien privado o bien total, provocando cierta confusión conceptual.

“Se habla de bien común cuando cada uno realiza su interés junto al de los demás y no sin contar con los demás, como ocurre con el bien público, o en contra de los demás, como ocurre con el bien privado”, arguyó.

Ante la amenaza del fin del modelo capitalista, es necesario recuperar la idea de bien común, sustentó, lo cual supone recuperar la relacionalidad en economía, dando paso a un nuevo orden social sustentado en tres principios: el intercambio de equivalentes clásico de la economía de mercado, la redistribución del Estado y el principio de reciprocidad, basado en la Doctrina Social de la Iglesia y la fraternidad.

 

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