Comprender que la hora que vivimos no es menos profunda que la que vivieron los hombres de la Independencia, es aplicar a nuestras palabras y a nuestras acciones la reflexión del que está decidiendo en una empresa solemne. Tal pensamiento engrandece de un modo inaudito nuestra vida cotidiana y debe quitar banalidad a todos nuestros actos, y mantenernos a Dios como erigidos en nuestros corazones, para que hablemos y obremos sólo la justicia. Es una hora para los hombres justos, y para los pensadores. Nunca ha sido tan necesario como hoy, meditar y actuar sucesivamente, y con todas las fuerzas del alma. Y nunca tampoco ha sido más imperiosa la necesidad de una colaboración colectiva.
Gabriela Mistral, "El patriotismo de nuestra hora", 1919.