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TESTIMONIO MISIÓN EN PERALILLO, SEXTA REGIÓN LICEO RUIZ TAGLE
Miércoles 12 de Mayo, 2010
Los alumnos y profesores del Liceo Ruiz Tagle, han terminado la primera etapa de su Misión en Peralillo. Participaron alrededor de 130 jóvenes de 2°, 3° y 4° medio. Lo hicieron en tres jornadas de tres días cada una. Fueron acompañados por 4 profesores en cada una de las misiones. También participaron funcionarios del establecimiento, como el encargado de mantención y la enfermera. También se integraron varios padres y apoderados, quienes tuvieron una participación activa.
Al momento de evaluar el trabajo desarrollado, los participantes se quedan con un balance positivo, no solo por la magnitud de la actividad efectuada, que fue extraordinaria, sino por el crecimiento que obtuvieron todos en esta maravillosa experiencia.
Relata uno de los participantes:
“Los grupos se albergaban en un parque junto a un internado que estaba a cargo de los militares. Ellos nos recibían y nos daban facilidades para la preparación de los alimentos y el uso de las duchas. Mientras las cuadrillas se iban a trabajar a las casas destruidas, dos parejas se quedaban en el campamento; una, preparando la comida y la otra, en labores de limpieza y cuidado del campamento. Para nuestra grata sorpresa, surgieron varios chefs desconocidos. Al comienzo, los militares nos indicaban el lugar que podíamos visitar. Allí se hacían labores de demolición y nivelado del terreno, a la espera de las mediaguas que nunca llegaron. También se trataba de recuperar materiales de construcción, como tejas, madera, puertas, ventanas, etc. que pudieran servir para levantar piezas de emergencia. Posteriormente, se usó el sistema de puerta a puerta (esa un decir, porque no las había), se preguntaba a las personas que estaban en el lugar, si necesitaban ayuda. Si la respuesta era afirmativa, se quedaban allí trabajando unos 5 o más alumnos; según dependiera la magnitud del trabajo. Cada cuadrilla estaba a cargo de un profesor. De esta manera fueron socorridas muchas personas de edad avanzada, que estaban desesperadas pues no tenían ayuda y ellos por su edad, no podían hacerlo. Considerando que cada grupo estaba formado por unas 7 u 8 cuadrillas, la colaboración fue importante. La acción desplegada por el grupo de nuestro colegio, tal vez fue inadvertida en la inmensidad de la tragedia, pero no fue así para las personas beneficiadas, ni tampoco para nuestros jóvenes, que se sentían útiles. A pesar de todas las dificultades, se entregaron varias soluciones habitacionales provisorias; incluso se construyeron mediaguas, con lo que había.”
Milagros observados
- Jóvenes que debían permanecer muchas horas trabajando y sin embargo, preferían pasar de largo el almuerzo, para terminar la labor que estaban realizando.
- Jóvenes que en el Liceo se mostraban indiferentes al dolor ajeno, ahora se estaban dando por entero con esfuerzo y entusiasmo para ayudar a personas que nunca habían conocido, y seguramente, no volverán a ver.
- De la nada aparecía un plato servido, los que eran socorridos preparaban comida con mucho esfuerzo y con profunda gratitud lo ofrecían a quienes venían a tenderle la mano.
Al momento de evaluar el trabajo desarrollado, los participantes se quedan con un balance positivo, no solo por la magnitud de la actividad efectuada, que fue extraordinaria, sino por el crecimiento que obtuvieron todos en esta maravillosa experiencia.
Relata uno de los participantes:
“Los grupos se albergaban en un parque junto a un internado que estaba a cargo de los militares. Ellos nos recibían y nos daban facilidades para la preparación de los alimentos y el uso de las duchas. Mientras las cuadrillas se iban a trabajar a las casas destruidas, dos parejas se quedaban en el campamento; una, preparando la comida y la otra, en labores de limpieza y cuidado del campamento. Para nuestra grata sorpresa, surgieron varios chefs desconocidos. Al comienzo, los militares nos indicaban el lugar que podíamos visitar. Allí se hacían labores de demolición y nivelado del terreno, a la espera de las mediaguas que nunca llegaron. También se trataba de recuperar materiales de construcción, como tejas, madera, puertas, ventanas, etc. que pudieran servir para levantar piezas de emergencia. Posteriormente, se usó el sistema de puerta a puerta (esa un decir, porque no las había), se preguntaba a las personas que estaban en el lugar, si necesitaban ayuda. Si la respuesta era afirmativa, se quedaban allí trabajando unos 5 o más alumnos; según dependiera la magnitud del trabajo. Cada cuadrilla estaba a cargo de un profesor. De esta manera fueron socorridas muchas personas de edad avanzada, que estaban desesperadas pues no tenían ayuda y ellos por su edad, no podían hacerlo. Considerando que cada grupo estaba formado por unas 7 u 8 cuadrillas, la colaboración fue importante. La acción desplegada por el grupo de nuestro colegio, tal vez fue inadvertida en la inmensidad de la tragedia, pero no fue así para las personas beneficiadas, ni tampoco para nuestros jóvenes, que se sentían útiles. A pesar de todas las dificultades, se entregaron varias soluciones habitacionales provisorias; incluso se construyeron mediaguas, con lo que había.”
Milagros observados
- Jóvenes que debían permanecer muchas horas trabajando y sin embargo, preferían pasar de largo el almuerzo, para terminar la labor que estaban realizando.
- Jóvenes que en el Liceo se mostraban indiferentes al dolor ajeno, ahora se estaban dando por entero con esfuerzo y entusiasmo para ayudar a personas que nunca habían conocido, y seguramente, no volverán a ver.
- De la nada aparecía un plato servido, los que eran socorridos preparaban comida con mucho esfuerzo y con profunda gratitud lo ofrecían a quienes venían a tenderle la mano.
