Que los textos que nos iluminan nos sirvan para cobijarnos bajo el manto de María, madre de la Iglesia, que nos auxilia y acompaña. Que sepamos recibir el don de ser hijos e hijas de una misma madre celestial y que reconozcamos siempre en nuestras vidas a Jesús, como aquél que dando la vida, en un sumo sacrificio, nos bendice y acompaña para la eternidad.