Gerardo Boetsch Hevia es ingeniero civil y magister en finanzas, con una basta experiencia pastoral marcada por su participación en el movimiento Schoenstatt, desde los 12 años de edad y por la Pontificia Universidad Católica, en donde realizó sus estudios superiores. Allí tuvo la oportunidad de integrarse a la pastoral y a instancias como Misión País que fueron enriqueciendo su vida de fe y su vocación. También fue director de la pastoral de Duoc UC y desde hace un tiempo es parte de los directorios de la Red Educacional Santo Tomás de Aquino y de los colegios Notre Dame, Instituto de Humanidades Luis Campino, Sagrado Corazones de Alameda y Seminario Pontificio Menor.
La vinculación con el mundo educativo en la arquidiócesis de Santiago le ha permitido tener una visión sobre la educación católica muy positiva. “Los colegios de la Iglesia de Santiago hoy día tienen una buena reputación, poseen comunidades comprometidas y tienen un proyecto pastoral católico que busca no solo la formación académica sino también la evangelización, una formación integral”, comenta el delegado.
Al asumir como delegado para la educación, Gerardo Boetsch comparte los desafíos que identifica en el mundo educativo católico. “Los desafíos son distintos en cada colegio porque trabajan con estudiantes que son diversos, familias que son distintas, eso va configurando variados desafíos. A través de la Delegación Episcopal para la Educación queremos ir acompañando a los colegios de manera que todos logren seguir creciendo, como lo están haciendo, principalmente en la formación integral en nuestros jóvenes, el fortalecimiento de la identidad católica y la pastoral educativa”, expresa.
Conducir la Delegación Episcopal para la Educación en la arquidiócesis de Santiago es para Gerardo una misión que asume con alegría y esperanza, “estoy confiado en que, con un trabajo dedicado y en comunidad con los equipos directivos de los colegios, y siempre con la fe presente y en oración, vamos a ser capaces de superar los desafíos que tenemos como sociedad. La educación es una labor preciosa que se la ha encomendado a la iglesia, nosotros como Arzobispado de Santiago hemos asumido la responsabilidad en la educación de los jóvenes y hoy ratificamos esta opción, sobre todo en los contextos que son más vulnerables. Vamos a dar todo de nuestra parte para que esa educación sea de calidad, humana, profunda y que podamos entregar nuestro mayor tesoro, que es la fe”.
¿Qué mensaje le entregaría a las comunidades educativas católicas?
Hoy queremos reconocer y aprender de todos los grandes logros alcanzados en estos años. Hay colegios, instituciones, redes, que tienen más de cien años de labor y la única forma de seguir creciendo es reconocer la historia que traemos, todo el camino recorrido y en el cual los diferentes estamentos de la comunidad han aportado y han sido protagonistas. En segundo lugar, vamos a buscar en comunidad responder a los nuevos desafíos que nos imponen estos tiempos, nuestra misión es ir caminando juntos hacia el futuro. Esto lo vamos a hacer siempre desde la centralidad de Jesucristo, para que todos los estamentos puedan encontrar un espacio privilegiado para encontrarse con Cristo y crecer en la fe.
En 2024 la Vicaría para la Educación, hoy Delegación, cumplirá 50 años ¿Qué reflexión tiene del trabajo realizado por la vicaría?
El trabajo que ha hecho la vicaría ha sido precioso y uno puede ver que de muchas formas ha impactado positivamente en los colegios y en la educación del país, como por ejemplo en la defensa de los derechos que consideramos importantes, principalmente en la educación en la fe. Estos 50 años son una oportunidad de reconocer esa historia, valorarla y que nos muestre un camino a seguir. Al igual como ha sido en estos años, buscamos tener una delegación con las puertas abiertas, donde cualquier institución o persona pueda acercarse con alguna inquietud y ser bien recibida, estamos convencidos que la única forma de poder crecer es hacerlo en conjunto y eso parte por escuchar y estar presente.