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Cada año el tiempo litúrgico de Adviento nos acompaña para celebrar la fiesta más maravillosa y al mismo tiempo más íntima que la humanidad puede recibir. En el tiempo de Navidad todo nos habla de la Encarnación de Dios hecho hombre en ese niño que nos ha nacido en Belén de Judá.

Por eso al presentar este subsidio deseamos que cada uno y cada una, en forma personal y en sus comunidades, puedan volver a vivir, desde adentro y desde abajo, la fiesta de la Encarnación que nos recuerda que la pobreza no es un adorno ni un escenario teatral sino la realidad dura y presente en la vida de Jesús, María y José. Y como lo fue en la de ellos, también es la realidad de tantos hermanos y hermanas, en especial luego de estos años tan complejos de pandemia, crisis sociales y económicas. Por eso todas las actividades solidarias de este fin de año deben ser parte de nuestro “calendario de adviento” y “fiestas navideñas”.

Orar mirando hacia la estrella que nos guía al pesebre al encuentro del Dios encarnado y caminar poniendo nuestros pies en los caminos de la vida para acompañar a los desplazados y abandonados en las veredas.

Feliz tiempo de Adviento y de Navidad.