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Lucy Moscoso, profesora del colegio Rosario Concha: ´´Me importa que los niños recuperen su infancia´´.

Viernes 15 de Octubre, 2021
¡Feliz Día del profesor y la profesora!

En sus 30 años como docente, Lucy ha sido testigo de los cambios que ha experimentado no solo la educación sino también las familias y la sociedad, cambios que con la pandemia han levantado nuevos desafíos para quien desea acompañar el proceso de aprendizaje de los niños y niñas.

Sus comienzos como profesora los recuerda como si los hubiera vivido ayer. Logrando un muy buen puntaje en la prueba de aptitud académica Lucy entró a estudiar pedagogía en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Aunque sintió la presión de algunos familiares para que estudiara “algo en donde ganará mucho dinero” ella mantuvo firme su decisión,  “me gustaba enseñar y el trabajo con niños”, dice desde su aula en el colegio Rosario Concha, en la comuna de La Florida. Su vocación se fue forjando al ver el trabajo de su padre, carabinero y educador en un hogar de menores y también de sus primeros profesores y profesoras que hasta el día de hoy recuerda con cariño, “todas esas personas fueron llamándome a la educación”, dice Lucy. 

Aunque en algún momento de su carrera se cuestionó si tenía las competencias necesarias para educar y formar a otros, el tiempo le dió la razón. Hoy, con treinta años de experiencia, ve cómo su vocación la ha llevado a desplegar sus capacidades y ha marcado a varias generaciones. “Para mí esta es una profesión que tiene mucho de servicio, de amor por los niños, de amor por enseñar, es una alegría ver cuando los niños comienzan a leer solos, para alguien que enseña ese es el mejor regalo que se puede tener, es el mayor premio, también el cariño de los estudiantes que pasaron por estas salas, que me saludan en la calle y me recuerdan”, comenta.   

Al egresar de la universidad, en el año 1990, se puso a recorrer el sector donde vivía, en el paradero 13 de La Florida para dejar su curriculum en los colegios cercanos, así fue como un día se encontró con el colegio Rosario Concha, “me enamoré del colegio, de solo ver su infraestructura”, dice la profesora. Aunque no la llamaron de inmediato, le ofrecieron hacer un reemplazo por algunos meses  y que luego se convirtieron en 30 años de trabajo. “Mi primer curso fue el “Primero Básico B” y fue una experiencia hermosa, todavía nos comunicamos con muchos de esos estudiantes. Yo me enamoré de esta comunidad, aquí se vive como una familia, me enamoré del enfoque cristiano, es un colegio de familia donde me sentí respetada, valorada y me quedé” comenta Lucy. 

En todo este tiempo, Lucy ha sido testigo de los cambios que ha experimentado no solo la educación sino también las familias y las sociedad, cambios que con la pandemia de por medio han levantado nuevos desafíos para quien desea enseñar. 

“Estos años han sido muy alegres y otros muy sufridos porque las realidades de las familias son distintas, ya no hay una cercanía con los apoderados, ellos cada vez son más distantes, yo trato de conectarme emocionalmente con los niños y también con sus papás, trato que haya confianza y que creemos un vínculo para ir construyendo. Antes las mamás estaban con los hijos todo el día, entonces uno tenía la confianza de saber que la madre nos apoyaba desde la casa, pero ahora los papás y las mamás trabajan todo el día, los niños o están en una guardería, o con los abuelitos o encargados en otra parte, así es difícil entablar una relación con los apoderados”, comenta. 

En estos casi dos años de pandemia enseñar a leer sin contacto presencial ha sido de las experiencias más difíciles que le ha tocado enfrentar, pero también la relación con sus estudiantes y apoderados.  “Lo más difícil ha sido conocer a los niños y niñas de primero básico a través de una pantalla, también ha sido muy complejo relacionarse con los papás porque están todo el tiempo muy ocupados”.

La relación entre los mismos niños se ha visto afectada con la pandemia dice Lucy, “han llegado acelerados, no saben jugar, no saben relacionarse con otros niños y eso es lo que tenemos que rescatar ahora. Hay que empezar de cero y dar el ejemplo tratándonos con buenos modales, viviendo el  lema de respetar para ser respetado”.

La pandemia fue un choque, explica la profesora, “pero aprendí mucho, aprendí  a manejar classroom, a grabar videos para las clases, cosas que jamás se me habrían ocurrido que iba a hacer ,pero fui capaz de hacerlo y  de ayudar a otras personas más”.  

Lo positivo que le deja todo este aprendizaje, son las ganas de apoyar a sus estudiantes profundizando en  la contención emocional, para eso se apoya en el trabajo en su colegio y cosas que investiga por su cuenta.  “Me interesa que los niños recuperen el ser niños, a mi me entristece que no sepan jugar entre ellos, que no tengan imaginación para jugar. Más que llenarlos de contenidos o que sepan todo lo que tenían que aprender en un año, a mi me importa que los niños recuperen su infancia”. 

Como creyente y en sintonía con la formación cristiana que le inculcó su padre Lucy siempre incentiva a los niños y niñas a que antes de ser buenos estudiantes sean buenas personas, “con eso se les van a abrir todas las puertas del universo”. 

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