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La Escuela, un espacio privilegiado para la formación ciudadana y las prácticas democráticas.

Miércoles 28 de Octubre, 2020
Cuando volvamos a mirarnos las caras en nuestras comunidades, la Escuela puede convertirse en una micro sociedad donde se aprenda a convivir como ciudadanos, estudiando y practicando al mismo tiempo la fraternidad, la participación y la organización, avanzando hacia un desarrollo pleno.

A mediados del siglo XX, Georges Burdeau, un importante estudioso de la política, planteaba que “la democracia es hoy una filosofía, una manera de vivir, una religión y, casi accesoriamente, una forma de gobierno. Esta riqueza de significaciones le viene tanto de lo que es efectivamente como de la idea que se hacen los hombres cuando ponen en ella su esperanza de una vida mejor”. Solo medio siglo nos separa de esa idea, de algún modo revivida en los años 90 en Chile.

A un año del estallido social, en plena pandemia y luego de un plebiscito para decidir sobre la elaboración de una nueva Constitución Política, nuestra democracia parece estar en permanente cuestionamiento. Resultan inquietantes algunos datos sobre la valoración de nuestro sistema democrático, particularmente desde el retorno al mismo en el año 1990. Incluso, es preocupante desde el dato del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y otros estudios actuales, que en Chile no pocos de las nuevas generaciones, tengan entre sus valoraciones positivas, más bien contextos socio políticos autoritarios y no democráticos[1].

Lo anterior da pie para hablar sobre la democracia, no solo como un modo de ejercer el poder político, sino para vivir lo que Adela Cortina llama la intersubjetividad ética, que no es otra cosa que plasmar, en la vida concreta, nuestra condición de seres que nos desarrollamos en interrelación con los otros, sobre la base de la búsqueda de la justicia. Esta idea de hablar y vivir la democracia implica el desafío de una efectiva formación ciudadana, que nos permita ser protagonistas en la ciudad, espacio privilegiado para nuestro desarrollo multidimensional. Como indicó Pablo VI en su carta Octogesima Adveniens, “urge construir la ciudad lugar de existencia de las personas y de sus extensas comunidades, crear nuevos modos de proximidad y de relaciones, percibir una aplicación original de la justicia social, tomar a cargo este futuro colectivo que se anuncia difícil…. “ (O.A. 12).
 

La escuela: espacio de democracia formulada y vivida.

Un drama de nuestro tiempo es la distante brecha entre lo que decimos y lo que hacemos. Un ejemplo de eso es la realidad del abuso que ha permeado nuestras relaciones: abusos de poder, abusos económicos, abusos institucionalizados. La ley que en la práctica nos rige, distanciándose de los bellos y autocomplacientes discursos, es la del más fuerte que, escudándose en su poder, cosifica al otro poniéndolo a su servicio.

Lo anterior clama al cielo. El Papa Francisco es su última encíclica, hace un fuerte llamado a la fraternidad y amistad social, que haga frente a las recetas inmediatistas, descalificadoras y manipuladoras de la actual política, por tanto, desde la consideración de que la vida social tiene sentido sobre la base del respeto a los derechos humanos.

Necesitamos integrar la disociación existente entre un discurso sobre democracia y una práctica social, política y económica que lo contradice.  Para esto, un actor clave es la Escuela.

Cuando volvamos a mirarnos las caras en nuestras comunidades, la Escuela puede convertirse en una micro sociedad donde se aprenda a convivir como ciudadanos, estudiando y practicando al mismo tiempo la fraternidad, la participación y la organización, avanzando hacia un desarrollo pleno. Se hace necesario que las mismas estructuras de las comunidades educativas sean radicalmente revisadas para, considerándonos cada uno en igualdad de derechos, aunque con distintos roles, podamos construir democracia, no solo como instancias de distribución de poder, sino como espacios de sentido humanizador. ¿Cómo hacer para que los consejos de profesores, directivos, centros de alumnos, de apoderados, consejos escolares y toda instancia organizativa, converjan para llevar a cabo, de manera formativa, una vida ciudadana y democrática? La pregunta queda abierta.

Andrés Soto Sandoval
Coordinador de Formación Área Profesores de Religión

 

 

Referencias

  • Burdeau, Georges (1970). La Democracia. Ediciones Ariel. Caracas-Barcelona
  • Pablo VI (1971) Carta Apostólica Octogesima Adveniens.
  • Cortina, Adela (2007) Ética de la razón cordial. Educar en la ciudadanía del siglo XXI. Ediciones Nobel, S.A. Oviedo.
  • Encuesta CEP (2019). Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 84. Diciembre 2019.
  • Francisco (2020). Carta Encíclica Fratelli Tutti.
  • PNUD (2019). Diez años de auditoría a la Democracia. Diciembre de 2019.

 

[1] El estudio del PNUD de 2019 sobre Chile, revela que si bien en 2018, poco más del 50% legitimaba la democracia, casi un quinto de la población considera que, en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático, y nota un aumento del pesimismo sobre el futuro de la democracia en el país, unido a la creciente desconfianza en las instituciones. Por otro lado,  la Encuesta CEP de diciembre de 2019, ante la pregunta: ¿qué tan bien o qué tan mal cree ud. que funciona la democracia en Chile?, el 47 % contestó mal o muy mal y el 44 %, regular. Solamente el 6 por ciento contestó bien o muy bien.

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