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Fratelli Tutti: Apuntes sobre sus implicancias educativas

Jueves 22 de Octubre, 2020
En su nueva encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco nos interpela sobre qué responsabilidad tenemos con los otros y, especialmente con aquellos que piensan distinto, planteándonos un salto cualitativo en cómo habitar el mundo, una nueva forma que estamos llamados a educar y aprender ¿Cómo desde la educación respondemos a esta invitación?

“¿Acaso soy yo el cuidador de mi hermano?” (Gn 4, 9), responde cínicamente Caín cuando se le pregunta por la suerte de su hermano Abel. Y nosotros ¿qué responsabilidad tenemos con los otros y, especialmente con aquellos que piensan distinto? Ésta podría ser la pregunta a plantearse en la actual coyuntura que vive Chile. “Hermanos todos”: responde el Papa a esta pregunta con su última encíclica, recordándonos providencialmente una mirada y una espiritualidad para asumir este controvertido momento histórico que vivimos como país.

Francisco propone dar un salto cualitativo a la experiencia de habitar el mundo, para transformarlo corresponsablemente desde una profunda convicción, de que es más lo que nos une que lo que nos separa. Aprender a mirarnos a los ojos y escuchar las diferencias en lugar de tirarnos piedras. Estamos invitados a recrear, cuidar, reconstruir la casa común y eso es política. Francisco nos invita a compartir una mirada profética, una nueva manera de convivir, pero no es un tema solamente de voluntad, sino que es necesario aprenderla. Hay un llamado para el mundo de la educación, de manera transversal a ejercitar la experiencia de construir con el otro. 

El Papa ilustra esta realidad de la hermandad a través de la parábola del Samaritano: él se hace cargo del herido en el camino, superando todas las barreras sociales se hace prójimo y lo reconoce como hermano. Ahora bien, la encíclica nos desafía a reconocer la actitud del samaritano, no sólo como horizonte ético (ser cada uno buena persona), sino que también social y político. Por eso dice: “Sólo con una mirada, cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura, y por lo tanto verdaderamente integrados en la sociedad. Esta mirada es el núcleo del verdadero espíritu de la política”. (n.187)

La hermandad como horizonte vital requiere un camino educativo, mucho aprendizaje y escucha para recuperar el sentido de la caridad y relacionarla con la política. “Lo que se necesita es que haya diversos cauces de expresión y de participación social. La educación está al servicio de ese camino para que cada ser humano pueda ser artífice de su destino”. (n. 187)
Si vivir la hermandad es algo que implica un camino educativo, los lugares de educación formal, especialmente los de inspiración católica, tienen que tomar cartas en el asunto. 

Reconocemos en esta palabras la experiencia de tantos colegios de nuestra Arquidiócesis que han dado testimonio de aquello en este tiempo tenso. Como declara uno de los compromisos del Pacto Educativo Global impulsado por Francisco, se trata de “escuchar la voz de los niños y los jóvenes a los que transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y paz, una vida digna para cada persona”. La construcción de una humanidad cada vez más corresponsable es una hermosa expresión, hacerla realidad requiere de la urgente decisión de quienes diseñan los planes educativos. La escuela, las universidades y la familia, son los lugares más adecuados para aprender a construir desde una sana valoración y diálogo de nuestras legítimas diferencias.

Elisabet Juanola
Área de Vínculo

Carmelo Galioto
Área de Incidencia y Estudios

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