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Toda esta realidad ha forzado a muchos profesores a meterse de manera abrupta en procesos tecnológicos, han tenido que aprender a usar plataformas, páginas web, recursos digitales, etc. Todo esto para acompañar a estudiantes y sus familias, principalmente a aquellos que más necesitan. 

Muchos niños y jóvenes usaban desde hace mucho tiempo bastante tecnología, pero sabemos que gran parte del tiempo era para jugar o para hacer presencia en redes sociales, llegaban a la escuela con un celular en sus mochilas, tal como reportó el 2016 la Agencia de Calidad de la Educación (https://www.agenciaeducacion.cl/articulos/profesores-3-0/). Sin embargo, había una brecha entre las prácticas docentes y los intereses de los estudiantes. 

Hoy tenemos todas las condiciones digitales para generar material didáctico y, a través de él, seguir poniendo al estudiante como protagonista, con el aprendizaje al centro de nuestra intencionalidad educativa. La clase de religión no puede estar ajena a esta realidad. Ya lo dice el Nuevo Programa de Religión Católica al abordar el aporte que esta asignatura debe entregar al aprendizaje de los Objetivos Transversales, señalando que la dimensión de las tecnologías de la información y comunicación está aportando a la formación integral de “los estudiantes del S. XXI, cuyo acercamiento al conocimiento en gran parte se realiza a través de la mediación virtual”.

Si esto es así para los profesores de religión, además de ser más digitalizados, nos cabe una vez más la misión ineludible de darle alma y sentido a estas nuevas formas. Tarea compleja pero apasionante: vincular el mundo virtual con la dimensión espiritual de cada ser humano. Dios no es ajeno al desarrollo del mundo y de las personas.  Él está allí, presente y dinámico. 

No sólo hemos tenido que ser profesores más digitalizados, sino también se ha relevado la función e importancia social de la docencia. Están los contenidos, pero necesitamos la mediación para que estos se transformen en conocimiento y formación. El proceso educativo es siempre relacional, por eso es vital la acción del docente en esta mediación. El papa Francisco nos dice: "El gran continente digital no es simplemente tecnología, sino que está formado por hombres y mujeres que llevan consigo lo que tienen dentro, sus experiencias, sus sufrimientos, sus anhelos, la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad".

El paso siguiente debiera ser la planificación de procesos de aprendizaje colaborativo, con integración efectiva, con transferencia y transposición auténtica, generando condiciones para las redes cognitivas que den significado y sentido al conocimiento.

Para llegar a ser un profesor 3.0 necesitamos transitar hacia:

Procesos en donde el estudiante, a través de la mediación del docente, sea no solo receptor, sino que participe de todo el proceso como emisor y protagonista del mismo.

La cercanía virtual como suplencia de la ausencia presencial, para no caer en la inexistencia.

La transformación de la sala de clases en el espacio virtual que le ofrece la internet con todos sus recursos y posibilidades.

Una capacidad crítica razonada que cuestiona y articula la información, para transformarla en conocimiento a partir de las propias respuestas que el estudiante va descubriendo.

Vincular el saber de las distintas disciplinas, para generar conocimiento integrador y cargado de sentido para enfrentar la realidad 

Disposición permanente para aprender de y con sus estudiantes. Nadie que quiera enseñar hoy debe cerrarse a aprender cada día algo nuevo.

Afán permanente por innovar en método y prácticas, sabiendo que cada clase es una oportunidad de hacer todo de nuevo.

Puede haber muchos otros caminos, nosotros planteamos sólo algunos.

Ximena Rodríguez
Directora del Área de Administración

Luis Zúñiga
Director del Área de Profesores de Religión