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El sufrimiento y la muerte, Misterio que también educa

Martes 07 de Julio, 2020
Frente a la pandemia y sus efectos, ¿qué hacer para acompañar y comprender el duelo como una experiencia educativa? Lee aquí a reflexión del área de Vínculo, de la Vicaría para la Educación:

Nos hemos acostumbrado estos meses a informarnos de enfermedades, contagios y decesos, de una forma que nunca habíamos experimentado. Cada día nos entregan la nueva cifra de contagiados y fallecidos por covid-19. Todo se ha alterado para cuidarnos de un contagio que es altamente letal y aún sin antídoto. Una situación que nos afecta emocional, física y psicológicamente y que obliga al aislamiento forzoso de millones de compatriotas. 

El confinamiento ha provocado en algunas personas fuertes episodios de estrés, ansiedad, agresividad, desánimo y llanto para las que se han implementado, además de la asistencia epidemiológica, distintas opciones de apoyo psicoafectivo, especialmente en colegios que acompañamos. Por eso, como nunca se nos hace visible la sana necesidad de la comunidad, las redes y la articulación de un sistema de vida más humanizado. 

Con el pasar de las semanas el número de decesos informados ha aumentado y los pronósticos estadísticos anuncian que tarde o temprano todos tendremos algún conocido que habrá fallecido por esta pandemia. Lo que, por un lado, genera más ansiedad y, por otro, obliga a redoblar los cuidados preventivos.

Pero a medida que el círculo de la muerte y el sufrimiento se nos hace evidente, suscita la pregunta ¿qué hacer para acompañar y comprender este duelo como una experiencia educativa? Nos cuesta asumir e integrar el tema de la muerte, pese a ser un misterio intrínsecamente humano. Es fundamental que las personas que viven duelos sientan una compañía y escucha empática, a través de distintos medios como signo del abrazo amoroso de Dios.

La relación con el duelo no impide que un niño sufra estrés si tiene un problema o si muere alguien cercano, pero sí le otorga más capacidad para afrontar mejor las secuelas que provocan esas circunstancias. Además de evitar la sobreinformación o exposición sensacionalista al drama, es recomendable compartir en familia, hablar de la muerte, especialmente con los más jóvenes, abrir el diálogo sobre las emociones que nos genera el proceso que estamos viviendo, rezar por los enfermos y por sus familias, hacer los duelos, responder preguntas, buscar juntos las respuestas y sincerar que parte de la vida es el límite, la enfermedad y la muerte. Contrariamente, ocultarlo puede ser muy traumático.

Elisabet Juanola Soria
Directora del Área de Vínculo

 

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