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Recientes estudios a nivel nacional e internacional son categóricos en concluir que una educación preescolar de calidad produce un impacto profundo en la formación y desarrollo en todo ámbito de las personas, que tiene un efecto muchísimo mayor que la intervención mejorada en la etapa escolar o universitaria, por lo que la inversión que se haga en la etapa inicial, beneficia ocho veces más que la realizada en etapas posteriores.

Toda labor educativa dedicada a la primera infancia debe considerar seriamente este dato. Es en esta etapa donde parte la justicia educacional, lo cual cobra más sentido si se despliega con una pedagogía basada en el amor, especialmente en los contextos más vulnerables. Por eso es prioritario apostar por una formación integral de tantos niños y niñas, con énfasis en el desarrollo de la espiritualidad. La calidad de nuestra entrega será muy determinante de las oportunidades que los niños tengan en toda su trayectoria educativa y vital.

Uno de los aspectos más importante durante esta etapa es garantizar la salud física, mental y espiritual de los integrantes de cada comunidad educativa, especialmente la de los párvulos. Es por esto que, en este período de suspensión de actividades producto del Covid 19, nuestros jardines infantiles han sabido mantener el acompañamiento a los niños, niñas y sus familias con el fin de seguir resguardando ambientes y oportunidades de aprendizaje, junto con seguir fortaleciendo a distancia los lazos afectivos, tan importantes en esta etapa de la vida.

Además de brindar contención y apoyo en habilidades parentales a las familias, nuestros jardines han sido muy diligentes en la entrega de canastas de alimentos con los máximos resguardos de higiene y seguridad, manteniendo la entrega de este beneficio JUNAEB que es tan necesario para la subsistencia y desarrollo de lactantes y preescolares.

Estamos cuidando un tesoro. Los niños en la primera infancia tienen una forma muy particular de ver la realidad y esta apertura a un mundo en crisis marcará profundamente la sensibilidad de las nuevas generaciones. Los adultos tenemos mucho que aprender de esta mirada, animándonos a contemplar la preciosa manera como Dios se manifiesta, con cándida sabiduría, para recordarnos que el Reino se descubre con el asombro original de la infancia.

Como Vicaría y Fundación Brazos Abiertos, estamos comprometidos con esta cadena de bondad para una mejor calidad de vida de los niños y niñas y sus familias. Es un granito de arena en este tremendo desierto. Pero sigue intacta nuestra fe y esperanza en que este trabajo logre impactar positivamente, de cara a una sociedad más justa, humana y solidaria.

María Inés Vial
Directora Ejecutiva
Fundación Brazos Abiertos
 

Alberto Vásquez
Director del Área de Pastoral Educativa