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Vivencias, aprendizajes y propuestas en tiempo de pandemia

Martes 02 de Junio, 2020
Para Andrea Espinoza, académica de la Universidad Alberto Hurtado, la crisis sanitaria ha dejado al descubierto "las grietas que tenemos como sociedad y las desigualdades estructurales que históricamente hemos construido".

"Me entristece ver que esta crisis ha visibilizado el total abandono en que tenemos a los adultos mayores y cómo es necesario el paso de la indignación al compromiso”, comenta Andrea, quien además estima que los servicios del estado deben actualizarse prontamente para poder llegar a todos. 

Su esperanza está puesta en los gestos de colaboración y solidaridad de la sociedad civil. "Esta crisis sin duda nos da una oportunidad para evaluarnos como país y entregar lo mejor de cada uno/a para construir una sociedad más justa y solidaria”.


 

Aprendizajes que deja la crisis

En el ámbito religioso, Andrea ve una tremenda oportunidad para estar cerca, acompañar, "prestar oído" a quienes no lo están pasando bien. "Pienso en la parábola del samaritano, en aquel que silenciosa pero activamente ayuda al otro. En el contexto particular y con lo que tiene y le ofrece lo mejor de sí para su bienestar".

Por otro lado, enfatiza que “las decisiones que se toman en torno a la salud de las personas no pueden estar mediadas por sus ingresos o por la comuna en la que viven. Espero que luego de esta crisis podamos transitar hacia un modelo de sociedad más justa, equitativa e inclusiva, en donde los históricamente desplazados- adultos/as mayores, personas en situación de calle, migrantes- puedan tener las mismas condiciones de vida que los demás ciudadanos”.

Frente a las distintas realidades de dolor que se están viviendo hoy, Andrea piensa que como cristianos existe la oportunidad de ponerse  al lado del que sufre y acompañar. "No podemos dar lecciones, mirar desde arriba, nuestro rol hoy es acompañar, empatizar con el dolor que está viviendo nuestro país y nuestro continente. Encontrar en el dolor de Jesús Crucificado el sentido de ser y vivir en comunidad, optar por la colaboración y centrarnos siempre en el ser humano”.

 

¿Qué propones para el desarrollo de la educación en Chile?

El vínculo es esencial, más allá de las plataformas de comunicación o los medios que dispongamos para encontrarnos con otros/as, el vínculo me parece que es lo básico para cualquier relación humana. Mostrar interés por el  estudiante, su historia personal, cómo está viviendo estos días ha sido un medio para poder vincularme estos primeros meses de clases. Señalar constantemente, que es un tiempo complejo y que si alguno/a se ve sobrepasado por la situación, debe pedir ayuda especializada, la mayoría de las instituciones de educación superior, han abierto canales de acompañamiento psicológico para sus estudiantes, es importante mencionar que existen y la manera en que pueden acudir a ellos. 

En segundo lugar propone el tránsito hacia un modelo de educación colaborativa en donde las universidades que tienen más recursos los pongan a disposición de la educación escolar y parvularia, modernizar los programas de estudios y la forma en que éstos dan cuenta del  contexto. “De nada sirve que egresen estudiantes de nuestras instituciones si los aprendizajes que han adquirido durante años, están descontextualizados de su región, y no son puestos al servicios de otros”. 

Por último, señala como indispensable que la universidad sea el lugar para reflexionar y para actuar. ”Confío plenamente en que las instituciones cristianas, tienen la responsabilidad de mirar el país desde el evangelio,  desde el servicio de la fe y la promoción de la justicia. Una educación basada en Jesús y en su pedagogía conlleva, inapelablemente, una responsabilidad especial de esfuerzo y amor al prójimo y, por consiguiente, más y mejor vida para todos y para todas”.

 

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