Clase de religión confesional en una sociedad plural.

Hoy miércoles 13 de julio de 2016, en el colegio Sagrados Corazones de Alameda, continuó realizándose el Seminario “Aprendiendo a vivir juntos en una sociedad plural”, organizado por el Área de Pedagogía en Religión de la Vicaría para la Educación del Arzobispado de Santiago para los profesores de religión.

En primer lugar, expuso el Vicario para la Educación padre Tomás Scherz sobre cómo trasmitir lo propio nuestro en un mundo plural. Se trata de hacerlo en un contexto cultural donde para algunos Dios es una proyección humana, para otros, la religión les resulta indiferente y para algunos creyentes la vida religiosa es una vivencia apagada o adormecida. No obstante afirmó, en el ser humano hay un trasfondo religioso.

Al hablar de pluralismo, planteó que lo hacía como una realidad no homogénea. La pregunta, en la línea del desafío del Seminario para aprender a vivir juntos es ¿cómo poder entrar en ese mundo no homogéneo? Al respecto precisó que más que técnicas para entrar en esta realidad plural, puede ser clave el aporte de lo religioso. Por nuestra parte, la encarnación es justamente una respuesta a un mundo plural como lo fue en los tiempos de Jesús.

La confesionalidad, afirmó, no es solo una teología, tampoco solamente el Credo. Se trata de una pertenencia no solo institucional sino que se manifiesta de muchas maneras en la Iglesia Católica: comunidades, grupos, movimientos, identidades locales, etc. Constituyen formas de vivir la fe.

Los jóvenes tienen varios tipos de pertenencias (amigos, grupos, comunidades, familia, etc.) y pueden entender desde sus claves lo que viene de otras pertenencias. Es por esto que la religiosidad en el joven puede ser trabajada desde la confesionalidad. Dios habla desde dentro (encarnación). El fenómeno religioso en un mundo plural no se reivindica desde una mal entendida neutralidad.

La clase de religión apunta a un despertar de lo religioso pero con un formato de confesionalidad. No es catequesis ni pastoral sino la instancia para plantearse las preguntas más profundas que tienen los jóvenes. Para eso importa ayudar a formularlas a fin de que puedan ser respondidas. Estas preguntas hay que saber devolverlas no desde una racionalidad meramente instrumental sino más bien desde el qué.  Cuando surge esta pregunta en el aula, importa buscar la respuesta desde una clase de religión confesional.

Por su parte el Doctor en Filosofía Sergio Micco, ejemplificando su ponencia desde el testimonio y obra de la poetisa Gabriela Mistral, mostró cómo se puede vivir esta especie de contradicción entre ser católico y al mismo tiempo parte de un contexto no creyente. Se trata de un contexto de secularización que subraya la privatización de la experiencia religiosa hasta llegar al olvido de Dios. Todo esto al mismo tiempo que a nivel de creyentes se presentan problemas que contradicen la misma fe que dicen profesar, como son los casos de abusos dentro de la Iglesia.

¿Qué hacer en medio de este contexto? Al respecto, afirmó, que no hay que entrar en guerra contra el mundo moderno; tampoco afirmar que el mundo es bueno, la Iglesia es mala y mi fe es privada. Tampoco el camino es pasar de la lealtad a la salida de la fe. Es fundamental discernir lo que implica distinguir el trigo de la cizaña. Esto lleva a la necesidad de mirar bien los datos de la realidad que no se condicen con la percepción de disminución de la creencia y el aumento de la increencia. En este siglo, con tantas dificultades para lo religioso, el dato creyente, estadísticamente hablando permanece.

Finalmente, citando la experiencia docente de Gabriela Mistral, argumentó lo clave que puede ser la clase de religión para conocer las bases de la identidad de nuestra sociedad, hoy día plural, pero con raíces que no pueden negarse. Hacerlo imposibilitaría conocer nuestra identidad.