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La sala de clases como lugar teológico

24 de Agosto, 2016

En el cuarto encuentro de profesores de religión en la zona del Maipo se invitó a los profesores a reflexionar acerca de la sala de clases como fenómeno donde opera lo social y a mirar en clave de signo de los tiempos, la presencia de Dios actuando en ella.

El miércoles 17 de agosto, se realizó el cuarto encuentro de profesores de religión de la zona del Maipo en el Liceo de Puente Alto. Cerca de una treintena de profesores se dieron cita para reflexionar acerca de cómo se inserta la clase de religión en la sala de clases desde la clave de los signos de los tiempos y entendiendo que el aula es un reflejo de la sociedad.

Para entrar en esta clave hermenéutica se les propuso comparar dos mapas de una misma realidad. Les causó sorpresa que algunos señalaran que uno de los mapas estuviera “al revés”. Este ejercicio ha permitido compartir las diversas miradas con que comprendemos la realidad que nos envuelve. Desde esta constatación pudimos entrar a mirar las perspectivas desde donde analizamos la sala de clases.

Constatamos que en la sala de clases se da una reproducción de fenómenos sociales aunque estos pueden variar dependiendo de los sectores, clases, barrios o zonas de la ciudad donde nos situamos. Ejemplo de esto son la moda al vestirse, los rostros con la que nos encontramos, que son reflejo de una mayor inmigración, las carencias, las costumbres y las experiencias de vida.

A continuación se revisaron algunos términos y sus opuestos, retomando en parte lo señalado por Rodolfo Núñez en el seminario de invierno. Se explicitaron algunos y se dio paso a escuchar algunos comentarios de los docentes. Remarcaron que hoy los estudiantes tienden a ser más críticos, ya que, al parecer tienen mayor acceso a fuentes de información. Anteriormente, los estudiantes eran más tímidos. También les llamó la atención que hoy se dé un mayor peso al tema de la experiencia, como situaciones de vida, antes que la teorización. No obstante esto, también se observa que cierta racionalidad científica se apodera de la sala de clases para criticar y rechazar toda forma de expresión que no se ajuste a ella. En este caso, cae la clase de religión que contrasta con el pensamiento científico. Desde las ciencias formales, un pensamiento matemático, aparece más útil, también.

En este contexto se presentaron algunas ideas que se presentaron en el seminario de invierno y que provienen de la reflexión teológica de los signos de los tiempos. Algunos textos de Gaudium et spes dieron pie para señalar que ante un cierto relativismo existente, la fe ofrece la persona de Jesucristo, como camino, verdad y vida. En el Evangelio se encuentra la fórmula para ayudar a discernir la realidad.

Para otros, los efectos de la secularización se observa en la marginación que sufre la clase de religión en la escuela para poder desarrollar la espiritualidad de los niños. En este sentido, algunos docentes señalaban que la clase de religión permite que los niños puedan expresar su interioridad.

Para otros, la misma realidad social es en sí conflictiva y anti evangélica, dado que se ha asumido una condición de vida como narcotraficante. Esto genera vivir en un ambiente peligroso y que se torna violento, por lo que se siente que se hace lo que se puede.

El diálogo también tuvo un llamado a hacer un mea culpa, por cuanto, los mismos docentes dejan que los sostenedores les exijan que hagan clases centradas en valores. Lo central en la clase de religión es que cada uno de los estudiantes tiene derecho a creer en su religión y que se le eduque conforme a ella, con respeto y tolerancia. 

Tomando prestadas las ideas de mapa y territorio, de la cartografía social pedagógica, se invitó a los profesores a mirar cómo la sala de clases ha sido diseñada como un lugar específico de la cultura, pero al mismo tiempo se la ha recortado del territorio de la educación y del mundo de la vida. Sabemos que el evangelio no se identifica con ninguna cultura, pero se deben discernir los valores, las visiones de hombre y de sociedad que hacen presente a Dios en el espacio de la sala de clases. Así también, hay que estar atento para observar, en esta clave de signos de los tiempos, cómo Dios habla por medio de los fenómenos sociales que se viven a diario. Esto significa dejar que crezca el trigo y la cizaña que nos habla la parábola, no vaya a ser cosa que al arrancar la mala hierba se lleve también la buena. Es una invitación a la paciencia para dejar crecer y saber discernir la presencia de Dios en medio de los fenómenos sociales.



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