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El fenómeno de la inmigración: el desafío de encontrar elementos claves para construir una sociedad donde nadie sobra.

14 de Julio, 2016

El sacerdote jesuita Miguel Yaksic S.J., expuso sobre la realidad del inmigrante en Chile y el desafío que implica, partiendo por una profunda revisión de nuestras actitudes fundamentales y de nuestro lenguaje ante la persona que quiere integrarse a nuestra sociedad.

Hoy, jueves 14 de julio de 2016, en el colegio Sagrados Corazones de Alameda, se realizó la última sesión del Seminario “Aprendiendo a vivir juntos en una sociedad plural”, organizado por el Área de Pedagogía en Religión de la Vicaría para la Educación del Arzobispado de Santiago para los profesores de religión.

En primer lugar, expuso el padre Miguel Yaksic S.J. en relación a la necesidad de aprender a vivir juntos en una sociedad chilena, cuya cultura se ha ido modificando y enriqueciendo particularmente los últimos años producto del creciente proceso de inmigración, especialmente a través de la llegada de habitantes de países vecinos y del Caribe.

La migración, acotó, pertenece al ADN del ser humano y en Chile es una realidad que nos enriquece por un lado y nos compromete como desafío por el otro. En nuestro país constituye un 2,7 por ciento de la población, por debajo de muchos otros países. El 75 por ciento proviene de países vecinos con un especial aumento el último tiempo de originarios del Caribe.

No obstante ser un desafío, en el mundo y también en nuestro país, existe una cultura de sospecha y desconfianza ante el extranjero. En nuestro caso de manera particular en relación a los que provienen de países latinoamericanos. Después de la caída del muro de Berlín, 40 naciones han construido muros para evitar que ingresen habitantes de otros 64 países.

Además de mostrar datos concretos sobre el fenómeno de la migración en Chile, Yaksic entregó elementos para una valoración del fenómeno planteando la existencia del racismo en Chile. Al respecto subrayó el hecho de la estigmatización de los extranjeros, presente en nuestra cultura a través de expresiones lingüísticas y valoraciones prejuiciosas, por tanto sin respaldo en la realidad. Por ejemplo el reclamo contra los niños extranjeros que llegarían a las escuelas quitándoles lugar a los chilenos; la consideración de que los indocumentados serían ilegales, cuando dicha expresión no corresponde dado que una infracción administrativa no constituye delito; la afirmación de que los inmigrantes quitan trabajo a los chilenos, o que traen enfermedades y delincuencia, etc.

A la  base de muchas expresiones que están en el lenguaje chileno se encuentra un profundo racismo y la no consideración de la dignidad fundamental de todo ser humano que es el límite de la soberanía de los Estados. Por otro lado, no solamente son falsas muchas expresiones prejuiciosas sino que hay datos que muestran la riqueza que aporta el inmigrante a la cultura, como es por ejemplo la condición de mayor escolaridad de muchos de los que llegan a nuestro país.

Todo lo anterior constituye un desafío para la formación religiosa escolar, pues se pueden encontrar en los fundamentos antropológicos y evangélicos elementos claves para construir una sociedad donde nadie sobra. Esto nos ayudará a reconstruir nuestro lenguaje, formar competencias interculturales y aprender a fundamentar los juicios para ser emitidos. Más aún cuando, desde el dato de la Escritura, nos encontramos con que el ser humano es un migrante que desde el desierto luchando contra la muerte, se encuentra con un Dios que se le acerca y entrega una promesa que le impulsa a caminar. El migrante es el oyente de dicha promesa. Esto se encuentra en el corazón de nuestra fe.



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