Aprendiendo a vivir juntos en una sociedad plural: teología de los signos de tiempos una categoría clave para la relación iglesia mundo.

Por otra parte, el Doctor en Teología Fernando Berríos expuso sobre el aporte como Iglesia ante el desafío de aprender a vivir juntos en una sociedad plural, recalcando que lo hacía desde su condición y experiencia de teólogo laico, lo que es una forma de vivenciar y entender el rol de teólogo y a través de una mediación eclesiológica, pasando por las implicancias para la Iglesia inserta en el mundo.

Develó tres “tentaciones” posibles que pueden afectar tanto la auto comprensión fundamental de la Iglesia como también la manera de concebir nuestro vínculo con el mundo de hoy. La primera es la creencia de que sería más fácil en la sociedad actual vivir un cristianismo de ghetto. Esto no solo no es posible sino que se opone a lo más esencial de la identidad cristiana que es el impulso misionero. La segunda está dada por el criptocristianismo o cristianismo latente u oculto que busca evitar la interpelación y el diálogo desafiante, reservando para sí la religiosidad en el plano de lo privado. La tercera es la tentación de un cristianismo desde el poder, que vive la fe a la defensiva, juzgando que los problemas siempre están en el mundo pero nunca en nosotros mismos.

Ante esto, parece fundamental considerar que Dios siempre actúa en el mundo. Por ello es necesario una teología “de los signos de los tiempos” a la luz de la invitación del Concilio Vaticano Segundo y que se encuentra profundamente enraizada en el Jesús de los Evangelios. De ahí la necesaria pregunta de ¿cómo, desde Jesús, debemos entender esa necesidad de “conocer y comprender el mundo en que vivimos”?, que nos plantea la Gaudium et Spes. Se trata de dos preguntas: ¿cómo conocer y comprender el mundo? Y ¿para qué conocerlo y comprenderlo?

Desde esta reflexión, Fernando Berrios planteó la encarnación e inclusión como respuesta al cómo de la praxis de Jesús. Dios salva en Jesucristo que es Dios preexistente que “se encarna y pone su tienda” entre nosotros (Jn. 1,14). Prexistencia y encarnación  se unen en Jesucristo. De ahí que la Iglesia de Jesús lo sigue en este modo encarnatorio que significa, a la luz del Papa actual, ser “Iglesia en salida”.

Junto con lo anterior, el para qué de la praxis de Jesús es la inclusión como camino de encuentro con el otro.  Se trata de acompañar, discernir e integrar la fragilidad. La Iglesia nunca ha pretendido ser la Iglesia solo de los justos y de los puros o de los que pretenden serlo.

Finalmente, Berríos planteó el tema de la necesaria “confesionalidad” de la trasmisión de la fe, sobre todo en la clase de religión, diciendo que aquella no debe ser entendida como algo incompatible, sino más bien complementaria de una lógica evangelizadora sustentada por una teología de los signos de los tiempos.