Necesito mirar a mis estudiantes para validar el contenido de la clase.

El martes 14 de junio se realizó el tercer encuentro de profesores de religión de la zona norte, cuyo tema fue "el contenido de la clase de religión". La metodología pretendió abordar, desde la práctica misma de los docentes, las diferentes concepciones que tiene, según los contextos en los cuales cada uno se desempeña. Al mismo tiempo que explicitar estas visiones, poder descubrir las tensiones que plantea para la práctica pedagógica.

Para comenzar, se simuló una reunión de apoderados en la que los profesores de un curso imaginario les señalan los contenidos que enseñan a sus hijos y la importancia de estos aprendizajes. Algunos improvisaron al profesor de matemáticas, al de lenguaje, al de ciencias y, finalmente, al de religión. Fue interesante este momento, por cuanto los contenidos eran múltiples: el respeto y tolerancia de diferentes credos, el conocimiento de la vida de Jesús, la historia de la salvación, la relación de amor que Dios espera que reine entre los seres humanos, el encuentro con Jesús Resucitado, los valores humanos y cristianos, reconocerse miembros de la Iglesia, la enseñanza del Evangelio y el camino de humanidad que ello encierra. Estos ejemplos, nos hablan de la diversidad de significados que se pueden destacar de los diferentes contextos en los cuales los profesores intentan traducir la clase de religión.

Posteriormente, se trabajó un nuevo relato, que intencionaba indagar en el contenido y finalidad que intenta desarrollar la clase de religión allí narrada. Sin pretender que la clase señalada sea una definición acabada de la asignatura, pretendía ser un ejemplo de una experiencia docente.

Los profesores buscaron un contenido y su finalidad, según los datos proporcionados. Se destacaron los propósitos del docente, quien realiza una apropiación de la EREC al seleccionar un aprendizaje esperado. Luego, encuentra un texto bíblico que pueda permitir a los estudiantes un diálogo desde sus experiencias. Para ello, es fundamental el conocimiento del profesor del contexto del estudiante y las características psicológicas. No obstante, un punto interesante fue encontrar en el relato para qué usa el texto bíblico, es decir, comprender la finalidad de la clase señalada.

Algunos sostenían que lo importante era que los estudiantes conocieran el mensaje de Jesús, pero otros insistían en lo que ellos podían hacer con ello. Según el relato, el profesor(a) intentó que los estudiantes pudieran descubrir, paulatinamente, que en sus deseos profundos de ser respetados y escuchados existe una posibilidad real de que Dios aparezca en sus vidas. Esto generó gran debate, ya que, la metodología del docente no les parecía conveniente.

Aislando la metodología de la clase, que no era el foco del problema, se permite entrever un sentido de la clase que conecta con la posibilidad de preguntarse por el desarrollo de un pensamiento religioso en el estudiante. Los profesores discutieron acerca del surgimiento de un saber religioso que los contenidos de la clase pueden provocar en los estudiantes. Este saber implica necesariamente que el profesor se detenga en sus estudiantes para ayudarlos a identificar sus comprensiones acerca de lo religioso. Justamente, en el texto, esto queda un tanto ausente, ya que es el profesor(a) el que señala lo aprendió de la clase. Faltó que este docente señalara lo que sus estudiantes se llevan como aprendizaje. Uno de los asistentes señalaba: "necesito mirar a mis estudiantes para poder identificar sus aprendizajes", en otras palabras y a modo de pregunta, decía: "¿qué aprendizaje de mis alumnos validan el contenido de mi clase?". La observación del docente hacia sus estudiantes, el acompañamiento y la dedicación en los aprendizajes que ellos están realizando le permitirá ajustar los conocimientos que necesitan para desarrollar su dimensión religiosa.