Agradecimientos a la Hna. Anita Márquez

Nacida en la Isla de Madeira, Portugal, el 12 de  febrero de 1971, emigró con sus padres siendo muy pequeña a Venezuela, a la que considera su verdadera patria.

Como ella dice, creció en una familia a cuyos padres admira profundamente, y donde reconoce se conjugó armónicamente la pedagogía del amor-el estimulo-la autoridad-los valores, haciendo de ella y su hermana el ideal de personas soñadas. Su hermana está casada con dos hijos, pero su familia se extiende a través de primos y tíos que siempre han sido un referente de celebración y vida.

Su educación primaria (Kinder a 6° básico) tuvo lugar en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de las Hnas. Misioneras del Divino Maestro, Congregación a la que pertenece; la educación secundaria la realizó en un Colegio Laico. A los 16 años ingresó a los Grupos Juveniles Divino Maestro, en los que disfrutó plenamente y de los que se retiró cuando le hicieron la pregunta si tenía vocación. Según recuerda, se dijo a sí misma “estas monjas no me van a fastidiar la vida” por lo cual dejó el grupo juvenil.

Finalizada la Educación secundaría, ingreso con 17 años a la Universidad para estudiar Farmacia, y es allí, en medio de la carrera que le gustaba, que el Señor le hizo sentir su llamado de genuino servicio. Volvió al grupo juvenil, pues en el fondo lo que buscaba era conocer más la Congregación, hasta que se atrevió a pronunciar el deseo de seguir al Señor. Le cautivó el poder ayudar a los demás como lo hizo el Señor y darlo a conocer. Ingresó a la Congregación el 17 septiembre de 1989 “año centenario” del fundador de la Congregación.

Según relata, “A medida que van pasando los años uno descubre cada vez más la belleza y alegría de seguir al Señor”. El Carisma de la Congregación la fascinó “La Educación en los  sectores pobres” buscando siempre que se tenga una educación integral, de calidad, en lugares dignos que los dignifiquen. El fundador de su Congregación decía “Educar es enseñar a vivir”, “Se nos dan los niños para que grabemos en ellos la imagen de Cristo”, para que sean personas plenas y felices. Por eso la Congregación siempre está en sectores pobres. 

La hermana Anita, llegó a Chile el 24 de enero 2003, y ya en marzo se desempeñaba en labor docente como profesora de Religión en la Escuela Municipal República del Paraguay, que para ella fue una experiencia llena de gracia. En él estuvo durante 10 años, el que ha llamado un horizonte educacional de misión compartida, desafiante, agradable y enriquecedora. El Colegio les permitió, que fuera del horario escolar, prepararan a los niños para los sacramentos del Bautismo y la Comunión y era impactante, según relata, “que  siempre teníamos un número entre 80 y 120 niños preparándose”. Fue también una oportunidad de acompañar a tantos apoderados migrantes.

En el año 2004 una hermana de ella comienza a trabajar en la Vicaría en el área de Educación, a la que después siguió, aprendiendo la gracia de compartir la pasión educativa con muchos Directores y Directoras, Profesores, estudiantes.

En el año 2005 la Comunidad hizo presencia en el Colegio San Alberto Hurtado de Quilicura, con las clases de Religión y la Pastoral del Colegio, colegio Parroquial dependiente de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, ubicado en un sector vulnerable, y que es el lugar donde viven hasta el día de hoy.

La hermana Anita ha desarrollado en la Vicaria para la Educación, especialmente en el área de Vínculos de la zona Norte una destacada labor de encuentro, entre comunidades educativas y parroquias, de coordinaciones pastorales y formativas con estudiantes, profesores de religión y directivos de todos los colegios católicos de la zona, incluidos muchos municipalizados. Ha sido una mujer de una gran fidelidad a su vocación religiosa y educadora, querida por jóvenes y educadores de la zona, respetada y apreciada en entre los que trabajan en la Vicaría para la Educación.

Ha sido triste saber que la Congregación, y con ella hermana Anita Marques, deban dejar la misión en Chile, pero quedamos en gratitud y pedimos al Señor que la Cruz del Apóstol Santiago la marque para siempre en retribución a tanto bien que nos ha dejado en esta Iglesia de Santiago.