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La clase de religión: ¿un espacio para la transmisión de una experiencia o la enseñanza de contenidos religiosos?

24 de Noviembre, 2015

Ayudar a los niños a que crean en sí mismo es el primer aprendizaje de la vida, que permitirá que se abran hacia otros. Por lo tanto, la clase de religión es el espacio propicio para la experiencia vincular que fortalece esta y otras creencias. Pero debe hacerlo por medio de contenidos culturales.

En la tarde del lunes 23 de noviembre el sol pegaba implacable en el patio del Liceo Bélgica de la comuna de La Granja, pero la agradable la biblioteca nos acogió con una sala bien iluminada y decorada, invitándonos al diálogo.

Dos relatos de profesores de religión sirvieron para poner en discusión la naturaleza de la clase. ¿Es transmisión de una experiencia o la enseñanza de un contenido? ¿O ambas? ¿Cuál de las dos situaciones se dan en nuestras clases? Preguntas que guiaron nuestra reflexión.

Entre nosotros se encontraba una profesora de enseñanza básica, con mención en Ciencias Naturales y antigua profesora de religión. Ella destacaba que los profesores de las demás asignaturas centran su trabajo en los contenidos, pero en el caso del profesor de religión es distinto. La diferencia se debe a la importancia que le atribuye a lo formativo.

A través de experiencias de aula y que ocurren en la escuela, los profesores insisten en el valor de la formación de la persona que puede potenciar la clase de religión.

Todos destacaron el valor del testimonio del profesor de religión que debe vivir lo que cree. Esto parece implicar formas de relacionarse con el estudiante para promover actitudes respetuosas y vinculantes entre ellos. Si esto fuera así, entonces cabe preguntarse si la clase de religión es una instancia de aprendizaje de tipo relacional más que conceptual. Consecuente con lo anterior, entonces, la clase de religión debiera generar proyectos para un aprendizaje activo de los estudiantes, pareciera afirmarse.

Los profesores se respondieron estas preguntas desde la realidad que les toca vivir a diario, con niños que viven en condiciones de vida afectiva y social que los hace muy vulnerables. Nos decían que el profesor que trabaja en la realidad municipal sabe que debe compartir diariamente con esta realidad y jugársela por ellos. Entonces, nuevamente, aparece con fuerza que el profesor de religión, más que enseñar contenidos, transmite un aprendizaje social muy potente: creer en el otro. Ayudar a los niños a que crean en sí mismos es el primer aprendizaje de la vida, que permitirá que se abran hacia otros. Por lo tanto, la clase de religión es el espacio propicio para la experiencia vincular que fortalece esta y otras creencias.

Un obstáculo, entre muchos otros que destacaron los profesores, es la falta de apoyo de otros docentes para colaborar con estos aprendizajes. Sin embargo, se destaca que la clase de religión debe saber trabajar con las vivencias de los estudiantes para ayudarlos a darles nuevos significados. La metodología de la clase debiera permitir que el niño se vincule con su realidad de un modo nuevo. Por lo tanto, desde esta mirada, surgió la pregunta por la importancia de los contenidos. Justamente, aquí es donde el docente ofrece sus conocimientos para trabajar con el estudiante, desde los propios dispositivos escolares para la transmisión de la cultura. Si solamente fuera un aprendizaje experiencial, entonces uno se preguntaría por su lugar en la escuela. Por ello se planifican contenidos y actividades. Para la próxima reunión, que se realizará el 14 de diciembre, en el colegio Poeta Neruda, una profesora escribirá un relato de una clase donde podremos ver la integración de estos elementos.



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