Aprendiendo a escribir desde la subjetividad docente.

El jueves 22 de octubre, los profesores de religión de Lo Prado y Estación Central se reunieron en la Vicaría de la Zona Oeste para una reunión pedagógica a cargo del Equipo de Pedagogía en Religión, centrada en los aprendizajes que los relatos escritos por docentes pueden provocar en los mismos colegas.

Para iniciar la experiencia los profesores fueron consultados sobre aquello que les había acontecido durante el día, pero en lugar de decirlo debían escribirlo. La alegría que experimenta un religioso por el encuentro con los niños, la rutina diaria de una docente, la posibilidad de salir del aula durante una actividad de la escuela o pedir disculpas a un niño por la ausencia en el día del profesor, fueron temas que se compartieron y quizás no tenían ninguna trascendencia, aparentemente. Eran unas de tantas historias que marcan la vida de los profesores en su diario acontecer.

Nos suceden muchas cosas durante un día, pero al detenerse a registrarlas, permite a cada uno tomar conciencia del sentido que adquieren dichos sucesos. La oralidad permite una forma de comunicación espontánea, pero al mismo tiempo, puede tornarse muy fugaz. La escritura requiere mayor exigencia y a veces, como les pasó a los docentes, no se logra decir lo que se quiere. Detenerse para escribir produce textos que adquieren sentidos para otros, que pueden entrar en la narración para contar cómo les impacta lo ahí dicho y aprender juntos nuevos significados de la experiencia.

Luego de esto, los profesores fueron consultados sobre un relato escrito por una profesora que quiso narrar su experiencia de aula con un curso. Lo primero que destacaron es que cuando un docente narra un episodio pedagógico, recurre a la escritura descriptiva como una planificación, con su inicio, desarrollo y cierre. Cuesta encontrar los elementos más subjetivos donde aparece el sujeto docente. Luego de un análisis descubrieron que el relato de la profesora quería expresar el interés que suscitó en sus estudiantes los diálogos producidos en la clase.

Cuando se encuentran en el relato elementos que producen preguntas nuevas en los docentes que rompen con la forma tradicional de aprender, se abren nuevas posibilidades de concebir lo educativo. Esta es la experiencia que se invita a tener a los profesores cuando se constituyen en comunidades de aprendizaje.