Profesores reflexionan sobre la naturaleza de la clase de religión y el rol docente.

El martes 6 de octubre, en la parroquia Nuestra señora del Carmen de Maipú tuvo lugar el último encuentro del año con los profesores de religión de las comunas de Maipú y Cerrillos.

A través de una narración de una experiencia de un docente el grupo analizó algunas problemáticas que les suscitó el texto, como por ejemplo, qué significa ser profesor de religión y la naturaleza de la clase que realiza.

Respecto de este último punto, para el grupo fue muy claro que la clase de religión es una actividad que se enmarca en el ámbito escolar en el cual se aprende a dialogar con la cultura por medio de los conocimientos disciplinares. Esto la distingue de la catequesis, puesto que aquella busca la adhesión a la persona de Jesucristo y a la inserción eclesial. Pero, el profesor que realiza la clase está inserto, además en un contexto específico que debe aprender a mirar para entender y comprender lo que puede llegar a hacer con los estudiantes. Pero, no es menos cierto que el profesor de religión no solamente pretende informar a los estudiantes sobre un conocimiento religioso determinado, sino que los estudiantes desarrollen su dimensión más interna, incluso como cuestionamiento de la fe o de la religión. Se recomienda a los profesores revisar un artículo escrito por Patricio Araya sobre distintas definiciones de la clase de religión en el magisterio eclesial. (Ver aquí)

Con relación al otro punto, el grupo también reflexionaba acerca del significado de ser profesor de religión. Muchos hablan de que es un profesional de la educación, aunque otros lo consideran un semi profesional, dada su escasa autonomía para desarrollar un trabajo específico. En este sentido, los profesores comparten con los demás profesores de asignatura las mismas exigencias en el plano administrativo y académico, exceptuando la evaluación. La ausencia de una evaluación que incida en el promedio puede ser vista también como una oportunidad para indagar y explorar la dimensión más interna del estudiante, por ejemplo.

Así entonces, los profesores trataron de definir lo que para ellos significaba ser profesor de religión, tal como lo ejercen día a día y no desde la teoría. Destacaron, en síntesis el valor de ayudar a reflexionar a los estudiantes, el ser acompañantes del proceso espiritual de búsqueda de trascendencia por medio de Cristo y la coherencia de vida que los impulsa a vivenciar la palabra en la que creen.

Los profesores consideran que estas reuniones les permiten intercambiar experiencias muy interesantes para seguir profundizando profesionalmente los avances y obstáculos que experimentan en la clase de religión. Se sienten haciendo comunidad y esperan que otros también se animen a participar en estos encuentros.