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Ser profesora de religión es lo máximo. La experiencia de Marly Gutiérrez

24 de Junio, 2015

Directa, clara, con profunda convicción y apasionada, así se presenta Marly Gutiérrez, profesora de religión del Liceo 1 de niñas de Santiago y del Santa Clara en La Cisterna, nuestra primera entrevistada del ciclo “Esta es mi pedagogía”.

Marly Gutiérrez es de esas personas que nació con la vocación de profesora, porque siempre quiso ser docente. Claro que postuló a Pedagogía en Historia, ya que le encanta esta asignatura. Terminada su formación ingresa a trabajar como profesora de Historia del Colegio Ascensión Nicol, de la comuna de Estación Central. Y ahí sucedió que le pidieron tomar las clases de religión para reemplazar a unas religiosas. Se lo tomó en serio, rasgo muy marcado en ella, y estudió los ramos teológicos en la UMCE, para titularse como profesora de religión. Desde ese momento, no ha parado de hacer clases de religión, asignatura con la cual se apasiona y emociona. Prácticamente, de sus 22 años como docente, 20 los ha dedicado a la clase de religión.

Estando en el Colegio Santa Clara, veía que sus horas disminuían y decidió postular a un concurso público en el Liceo 1. Ganó el concurso y desde hace 16 años ha estado a cargo de los cursos de 7° básico a I° medio. Pero su profesionalismo y deseos de hacer bien las cosas, la llevaron a presentarse a dar voluntariamente la prueba AEP, donde resultó con excelencia académica. Posteriormente, también se presentó a la prueba ADVI, obteniendo una nueva asignación.

Para ella la finalidad de la clase de religión “es para la vida”. Le dice a sus estudiantes: “no nos sirve de nada saberse la Biblia, al revés y al derecho si no lo aplicamos a la vida”. Con esta convicción prepara las unidades que verá con sus estudiantes, observando cuidadosamente su contexto y seleccionando los temas que les provoquen interés y curiosidad. Trabajando en el Liceo, descubrió que se puede apoyar en las niñas que tienen una experiencia cristiana católica, para que en trabajos de grupo, expliquen a aquellas niñas que no son creyentes o que son de otro credo.

Entre sus logros cuenta que tiene estudiantes que han optado por estudiar pedagogía en religión, ver niñas que se sienten felices, otras que participan en parroquias o dan tiempo para participar en pastoral y verlas en algunas actividades fuera del colegio la satisfacen.

En su trabajo ha enfrentado muchas limitaciones y obstáculos, siendo el desinterés por lo religioso  uno de los principales. De hecho, en una ocasión, escuchando que las pruebas atrasadas se hicieran en la clase de religión, le causó tal indignación que le dio motivo para presentarse a la evaluación de excelencia pedagógica. Una vez obtenida esta asignación, tuvo argumentos sólidos para demostrar que en su clase se hace actividad pedagógica como en cualquiera otra.

Su principal convicción como profesora es creer que cuando las niñas se encuentran con Cristo vivo, su vida cambia. “Si Cristo está en ellas, su vida tiene sentido”, sentencia con emoción. Para ello, su estrategia fundamental es el testimonio, basado en la  acogida, la escucha y la orientación. Quizás por ello, entre sus estrategias didácticas más recurrentes se encuentran los testimonios, de donde las niñas siempre sacan temas para discutir. Youtube le proporciona ideas que escucha en canciones o en videos, también.

Considera que en el tema de la evaluación aún le falta por aprender, pero para ello utiliza guías, trabajos en clases, carpetas y en algunos casos las pruebas, aunque evitando que la asignatura se convierta en algo similar a las demás. También, considera que le falta mucho para hacer reflexión pedagógica y se pregunta cómo trabajar mejor los objetivos transversales.

Rechaza absolutamente que la clase de religión se convierta en un espacio para filosofar, así como tampoco está de acuerdo en la transmisión de una iglesia llena de normas y punitiva. Reserva el espacio de la clase de religión, no como un lugar para contar cuentos, sino que para tocar la vida. Ello requiere de su parte el equilibrio entre su familia y la vida eucarística.

Se siente agradecida por Dios porque posee tanto de qué sentirse complacida, vuelve a reiterar con profunda emoción, que incluso no sabiendo si le van a pagar este mes, producto del paro docente, dice no faltarle nada. Por ello termina la entrevista diciendo: “ser profesora de religión es lo máximo”.




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