Presentación de la Vicaría para la Educación ante la Cámara de Diputados

El lunes 8 de junio, el vicario para la Educación de Arzobispado de Santiago, P. Tomás Scherz y el secretario ejecutivo de la misma vicaría, Cristián Infante, fueron invitados a exponer ante la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados su posición y aportes respecto del Proyecto de Ley de Carrera Docente.

Cerca de media hora duró esta intervención, entre ponencia y preguntas, la cual se basa en cuatro principios fundamentales:

1.       La calidad de la educación se construye en torno a una comunidad, de directivos, docentes, educadoras y asistentes de la educación competente, comprometida y con altas expectativas.

Desde la Gestión Escolar es necesario que se cambie el foco de la Dirección escolar, centrada en el resultado de aprendizajes, por el de una comunidad educativa cuyos actores están comprometidos por los logros educativos. En el enfoque actual los profesores son meros “cumplidores” de las indicaciones administrativas emanadas por superiores. Se debe insistir en una cultura de colaboración dentro de las escuelas y no fomentar el individualismo.

2.       La escuela y su contexto, su proyecto y cultura es el espacio donde se educa a nuestros niños, niñas y jóvenes.

“La Ley debe fomentar el trabajo en la escuela, la colaboración y la generación de capacidades acorde al contexto y proyecto de esa escuela”, señala el documento. Las escuelas poseen un proyecto educativo y un contexto, que en concordancia con el currículo, la comunidad educativa debe construir con el conjunto de los actores de la escuela. Las indicaciones no deben dejar afuera a los miembros de la comunidad educativa que son agentes de aprendizaje para el trabajo docente. Por ejemplo, las comunidades de aprendizaje pueden ser un aliado importante que el CPEIP debiera incorporar.

3.       Una carrera docente sustentada en el profesionalismo y la confianza mutua.

En este punto hace menciones sobre certificación de los profesores que ingresan a la carrea docente y la forma de progresar, así como la evaluación docente y el portafolio profesional de competencias pedagógicas. Invita a transparentar la supuesta sospecha de que la formación inicial de los profesores no es satisfactoria y por tanto debiera existir una evaluación que constate las capacidades adquiridas. También es ocasión de sospecha no saber qué tipo de instrumentos se emplearán en la certificación. Se valora el portafolio enriquecido con nuevas evidencias que incorporen otras variables que den cuenta del trabajo colaborativo del docente en la escuela, por ejemplo. Esto debe ser fruto de un acuerdo entre los actores con el apoyo de quienes son objeto de la evaluación, expresa el documento, entre otros puntos.

4.       Las exigencias educativas del mundo de hoy requieren un sistema de apoyo intencionado e institucional, especialmente en contextos más vulnerables e inclusivos.

En este punto, avala que se otorgue más tiempo para que el docente pueda realizar su actividad pedagógica, aumentando la proporción de las horas no lectivas. Hace sugerencias para permitir que el tiempo no lectivo del profesor le permita desarrollar habilidades y competencias para mejorar la calidad de la educación. Pero también, es necesario que los docentes reciban apoyo a través de acompañamientos continuos entre pares y con supervisores directos, no solo evaluaciones. Formación continua, incluso para aquellos que se encuentran sin trabajo, así como apoyo en salud mental.