Ayudar a formularse preguntas religiosas más que dar respuestas.

El día jueves 18 de mayo se realizó el segundo encuentro de profesores de religión de la Zona Oeste de Santiago. En esta actividad participaron varios profesores que no habían tenido oportunidad de venir a los otros encuentros. Dada esta situación se modificó la planificación para permitir que aquellos que se integraban pudieran conocer, en la práctica, lo que se ha ido trabajando en los encuentros.

El trabajo consistió en recordar algún episodio reciente de la práctica pedagógica que haya representado alguna problemática para los docentes. En la medida de lo posible se intentaba rescatar la mayor cantidad de datos, tal como había sido vivenciada por el docente. Con esta información, posteriormente, se realizarían diversas lecturas interpretativas, incluyendo la religiosa.

Los profesores tuvieron una excelente disposición para realizar esta actividad ya que se les pidió que la escribieran, primeramente y de esta forma facilitar el momento del compartir. Se les indicó que esta forma de escritura debía contemplar acontecimientos y personajes, como si fuera una historia, con un inicio, desarrollo y cierre.

Las historias que se escucharon, sin pretenderlo previamente, tuvieron un eje común que fue el hecho de que las situaciones planteadas sobrepasaban la capacidad de respuesta de los mismos docentes y se transformaban en desafíos educativos. No tenían que ver con la transmisión de contenidos, ni con aspectos pedagógicos, sino que con situaciones de vida de los estudiantes. Las temáticas abordaban el embarazo adolescente, el clima de agresividad verbal y la vulneración de los derechos de los niños en ambientes pobreza.

Con cada una de estas historias, los profesores que la relataban tuvieron ocasión de responder preguntas que buscaban aclarar lo que allí había sucedido. Estas preguntas evitaban enjuiciar o condenar lo relatado, sino que ampliar la mirada de lo sucedido. De esta forma, como si se tratara de una descripción de una escena teatral, los profesores participantes podían hacerse de elementos que permitieran captar mejor lo sucedido.

Luego de esta etapa, se fue avanzando en la reunión intentando alcanzar miradas interpretativas cada vez más profundas de lo sucedido. Una de estas miradas tenía relación con los aspectos emocionales y afectivos por parte de los protagonistas. Por ejemplo, se podía interpretar en alguno de los relatos que el profesor vive con cierta angustia la realidad que le toca enfrentar con sus estudiantes. Ahora bien, como es interpretable, no todos los profesores asistentes al encuentro lograban tener la misma mirada sobre este hecho. Tampoco se trató de tener un consenso sobre las situaciones relatadas. Sin embargo, instaló la idea de que al leer la realidad es necesario fijarse en los aspectos emocionales presentes, no solo de una parte, sino que de todos los que intervienen.

También se consideró el contexto en el cual aparecen las emociones y sentimientos de los protagonistas. El mundo afectivo es muy importante por cuanto nos otorgan señales de que las cosas internas y externas nos afectan provocando estos sentimientos. Por ejemplo, puede causar desagrado escuchar groserías, pero cuando provienen de parte de las niñas, se puede ser más duro, lo cual sería injusto. Esto debe llevar a sopesar los juicios valóricos que se emiten sobre cada una de las situaciones.

Al momento de hacerse una interpretación religiosa sobre las historias, fue llamativo que un profesor preguntara si eso significaba compararlas con un texto bíblico. La pregunta religiosa tiene que ver con una situación de discernimiento, es decir, se busca interpretar qué puede estar diciendo Dios al protagonista con tal o cual situación. Esta pregunta es clave para poder desarrollar un pensamiento religioso. Incluso, es más relevante la pregunta que dar una respuesta sin que alguien se haya hecho la pregunta.