Un ejercicio que invita a discernir las experiencias pedagógicas.

El miércoles 17 de mayo se realizó el segundo encuentro de profesores de religión de la zona sur de Santiago. Este encuentro permitió a los asistentes hacer un ejercicio de revisión de su experiencia pedagógica reciente intentando encontrar alguna situación, personal o que le haya ocurrido a otro profesor, que lo haya dejado pensando, ya sea por la problemática planteada o por su complejidad.

La metodología consistió en seleccionar una situación, ojalá no muy lejana en el tiempo, tratando de recordar la mayor cantidad de elementos posibles y luego escribirla. En unos 15 a 20 minutos las profesoras tenían listos sus textos. Luego de leerlas, cada una respondió una serie de preguntas con el objeto de alcanzar una mejor comprensión de lo allí relatado. Las respuestas a estas preguntas se hacían de forma oral.

Las temáticas que las profesoras habían escogido, en realidad, eran distintas y se caracterizaban por su persistencia en el tiempo, es decir, aparecían en la conciencia como eventos no resueltos satisfactoriamente. En algunos casos, los recuerdos de estos episodios generaban pensamientos y emociones que abrían diferentes posibilidades de interpretación. En algunos casos, volvían a la mente permitiendo la revisión de las opciones realizadas y planteando nuevos desafíos o caminos de acción.

Otro elemento que caracterizaban los episodios es que al recordarlos, escribirlos y luego responder a las preguntas aclaratorias, permitió que las profesoras revisaran los juicios de valor que se habían hecho, en un caso, como aspectos de su propia labor profesional, en otro.

Esto se evalúa positivamente, ya que el diálogo sostenido sobre los episodios seleccionados genera un ambiente reflexivo que permite la resignificación de la experiencia. En estos casos, se pueden aclarar aspectos que generan confusión para la toma de decisiones, sentimientos de poca eficacia o de minusvaloración.

A veces resulta clave detenerse en el lenguaje empleado en el relato, ya que esto puede no expresar con toda nitidez lo que se quiere decir. En otras, permite corregir una apreciación sobre el hecho o las personas que interactúan en el episodio.

En términos más religiosos, hemos podido comprobar, por ejemplo, que en los episodios puede actuar el mal espíritu a través de estos recuerdos para generar un exceso injustificado de preocupación, con la consabida pérdida de energía o agotamiento mental. A veces actúa disfrazadamente, sobre la propia identidad del docente, enfatizando sentimientos de fracaso o de frustración, que terminan lesionando la propia autoestima.

Esto implica la tarea cotidiana del docente de examinar sus propios sentimientos, pensamientos, imágenes y caminos de acción para discernir hacia dónde lo conducen. A través ellos, además, se hace posible descubrir la acción de Dios.

Este ejercicio de traer al presente y compartir los recuerdos de episodios tan cotidianos en el ámbito de una comunidad de aprendizaje, permitiendo el diálogo y la colaboración, es una herramienta poderosa para la reflexión docente de sus experiencias pedagógicas. Esta acción debe ser rigurosa, evitando el pensamiento débil o la respuesta ya hecha. Debe hacerse con una conciencia lúcida que busca sinceramente esclarecer aquello que aparece confuso y en ello encontrar al Señor. Esta debe ser una característica que predomine en las comunidades de aprendizaje que la Vicaría busca fortalecer.