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Se puede ser profesor de religión y no ser capaz de hacer una lectura religiosa de la vida

15 de Noviembre, 2016

Los profesores de las comunas de la Zona Oriente trabajaron un texto con el fin de hacer varias lecturas interpretativas de un texto. El ejercicio exigía hacerlo desde los datos más que desde la propia lectura personal. Por ello les sorprendió la ausencia de lectura religiosa en el texto trabajado.

El lunes 14 de noviembre se realizó el último encuentro 2016 de profesores de religión de la zona oriente, es decir de las comunas de La Florida, Macul, Peñalolén y Ñuñoa. Durante este año estos docentes trabajaron cada uno en sus comunas, pero ahora al final se programó un único encuentro para reunirlos a todos.

Junto con la creación de un ambiente comunitario enriquecido por la presencia de profesores de otras comunas, el encuentro tenía por objetivo realizar una lectura interpretativa de la experiencia de una docente, considerando elementos psicológicos, éticos y propiamente religioso.

Para lo anterior los profesores leyeron una carta de una profesora a punto de jubilar que fue compartida por todos para promover el diálogo

En un primer momento, los profesores se detuvieron a analizar los sentimientos, emociones y estados de ánimo que se revelaban en el texto. Este ejercicio demandó un primer nivel de comprensión para lo cual era esencial captar el sentido global de la carta, más que dejarse llevar por el uso literal de las palabras. Es decir, si el tono de la carta indicaba que la profesora se encontraba pasando por un momento de agotamiento, desencanto y nostalgia, lo más probable es que todo se interprete desde esta perspectiva.

Algunos, por ejemplo, quisieron ver en la profesora algún grado de esperanza, impulsados más bien por una proyección que hacían de su propia experiencia de enseñar religión. Otros, observaban que la profesora tenía un pasado rico en experiencias familiares y pastorales, por tanto, sostenían que era imposible que la profesora pudiera unir su vida con el Señor.

En el segundo momento, nos centramos en las valoraciones o juicios que la profesora hacía de sí mismo, de los demás y de los acontecimientos. En este aspecto fue esencial fijarse en el juicio que la profesora hacía de sus estudiantes. El juicio no es solamente una idea o una reflexión sobre un objeto, sino que una sentencia favorable o no que se hace sobre los sujetos, motivado por una razón ética o moral.

Si bien la profesora de la carta tenía una valoración positiva de los niños, al parecer, esto no era vinculante para todos, ya que claramente hacía sentir culpable a aquellos que la contrariaban. Exigía y hacía cumplir con mucho rigor a los estudiantes para provocar un cambio de actitud, que al mismo tiempo estuviera en consonancia con la ley del amor. No obstante, ella al considerarse juez, imponía sus propios criterios.

Para realizar esta lectura, nos apoyamos en la anterior, centrada en los sentimientos y estados de ánimo, pero aún no se podía establecer que estábamos frente a una lectura religiosa.

Al llegar al tercer momento, sobre qué tipo de discernimiento estaba haciendo, hubo que precisar que esto consiste en la búsqueda activa de la voluntad de Dios. Por lo tanto, no se trata de si la profesora buscaba hacer mejor sus clases, sino de incorporar a Dios en su práctica.

Aquí lamentablemente, concluimos que la profesora no estaba haciendo una lectura religiosa de su vida, aunque fuera profesora de religión. Esto sorprendió a los profesores participantes puesto que, movidos quizás por su propia experiencia no sospechaban que la autora de la carta pudiera perder el sentido de lo que estaba haciendo y no ver la presencia de Dios en su propia vida.

Se les invitó a realizar una oración junto al texto bíblico de María Magdalena en el sepulcro que no ve a Jesús Resucitado y solo lo reconoce cuando Él la llama por su nombre. A veces, cuando todo anda mal, Dios siempre toma la iniciativa para mostrarnos algo nuevo, lo insospechado. Ojalá, estemos abiertos para percibir y acoger esto, también en nuestro trabajo pedagógico.



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